“Venezuela ¿será que ahora sí?”; por @EnriqueVasquez

Quienes tienen tiempo leyéndome saben muy bien que, desde aproximadamente el año 2014, justo cuando decidí emigrar; dejé de creer en la posibilidad de que exista un cambio real en Venezuela. Es más, consideraba que era prácticamente imposible que el chavismo saliera del poder en el corto plazo y achacaba esa situación, más que a nada, a la MUD; ya que los considero una arista más del régimen que mantiene sometida a Venezuela en la miseria y en la destrucción.

Sin embargo, en los últimos días y a raíz de todos los acontecimientos que han sucedido, especialmente desde el momento que el TSJ, en la práctica, eliminó las funciones de la Asamblea Nacional dando una suerte de golpe de Estado y con las protestas organizadas por la oposición; así como las voces internacionales y el accionar de algunos políticos dentro de la MUD (entre ellos Capriles, María Corina y Freddy Guevara) así como los estudiantes, me he dado cuenta que en esta oportunidad hay algo distinto, algo que aún no he determinado pero que es diferente a las veces anteriores.

No puedo negar que ha surgido algo de expectativa, un poco de curiosidad quizás, porque pareciera que algo va a suceder, que se va a dar un cambio. Aún no puedo decir si se trata de un cambio de gobierno, de modelo o simplemente de Presidente; pero estoy creyendo que sí va a ocurrir porque, para ser sincero, la situación de Venezuela es prácticamente insostenible. La crisis está llegando a niveles nunca vistos en el país.

La Venezuela de 2017 es el reflejo de la decadencia del chavismo, de la caída del sistema político (y sobre todo económico) instaurado y creado por Chávez, es la muestra (por enésima vez en el mundo) de que el comunismo no funciona, de que la izquierda es sinónimo de atraso y de pobreza y de que los controles, tanto de precios como de cambio, son el caldo de cultivo perfecto para la inflación, la escasez y la corrupción.

Debo confesar que, si bien en algún momento tomé con escepticismo la iniciativa de las protestas y pensé que sería otro intento estéril, parece que esta vez no será así. Puedo ver que en esta oportunidad sí hay una unión y una articulación real entre los principales actores políticos y que, por lo menos a primera vista, nadie está jugando para su lado, sino en función de todos, como una unidad verdadera, algo que, hasta ahora, sólo se había dado (a medias) en el ámbito electoral.

Al estar en España no puedo darme el lujo de decirles qué deben o no hacer, porque no me corresponde a mí hacerlo, y creo que a ninguno de los que estamos en el extranjero. Sin embargo, Venezuela es el país donde nací y crecí, es el que me inculcó mi forma de hablar, mi acento, es gracias a Venezuela que amo una arepa pelúa o una cachapa con queso e’ mano, porque sé la importancia que tiene para nosotros el Arauca vibrador o Simón Bolívar y porque cada vez que piso mi Caracas natal y veo el Ávila se me eriza la piel de la emoción.

Espero de verdad que haya un cambio en Venezuela y no porque tenga intenciones de regresar, porque en este momento no las tengo. No puedo hablar del futuro porque no lo sé, pero sí quiero un cambio porque sé que hay más de 27 millones de personas allá que están sufriendo y pasando calamidades gracias al gobierno actual, gracias a la revolución y gracias a Chávez, a su legado y a la inacción de la oposición que, por lo visto, por fin se puso las pilas.

Espero que, en esta oportunidad, la lucha no sea estéril y no desemboque, una vez más, en nada, porque sería muy triste y completamente desesperanzador para todos aquellos que, más que desearlo, necesitan urgentemente que haya un cambio en el país, porque su vida y su futuro depende directamente de ello.

Enrique Vásquez

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