«Cuando dicen que venezolanos se dan ‘la gran vida’ después de emigrar»; por @MarijoEscribe

Nada más manipulador y malintencionado que las palabras de quien aprovecha un comentario de Facebook o una conversación por WhatsApp con algún familiar o amigo que ha emigrado de Venezuela; para lanzar esa punta venenosa, en forma de cliché prefabricado, que todos hemos escuchado o leído alguna vez: “Tú te estás dando la gran vida por allá, mientras aquí estamos pasando hambre».

La expresión, además, tiene variaciones y matices que se manifiestan cuando toca responder una de las preguntas más comunes del mundo: “¿Cómo estás?”. Es aquí cuando se hace gala de las complejidades psicológicas que enturbian la comunicación humana y el feedback que se obtiene va desde el lastimero “no tan bien como tú”, hasta el pasivo-agresivo “luchando por mi país, a diferencia de otros”.

Nótese que, en ambos casos, se hace alusión a la situación de quien responde, pero sin dejar de lado una referencia despectiva sobre lo que esa persona supone (da por hecho) sobre la realidad de quien le pregunta. Es entonces cuando surge la duda sobre ¿cuál es la verdadera intención detrás de este malabarismo léxico?… ¿informar sobre su circunstancia actual o tratar de sembrar un sentimiento de culpa por esa cotidianidad, que ya no es compartida?

Nadie pone en duda que la situación en Venezuela es bien difícil. Todos los que estamos «en el extranjero» sabemos, por familiares y amigos (y porque todavía sabemos leer y usar las redes sociales) que nuestro país es un escenario de violencia y carencias de todo tipo, donde una medicina y hasta un trozo de pan son un lujo al que la mayoría de la población no tiene acceso.

Me atrevo a afirmar que, cuando un venezolano que ya no vive en su país llama por teléfono o escribe por redes sociales a un familiar; NO está esperando que sus padres, hermanos o amigos le digan que todo está color de rosa y que no están padeciendo ninguna necesidad. Nuestras preguntas están motivadas por una preocupación e interés genuinos; y obviamente queremos saber la verdad, que se desahoguen y encontremos una manera de ayudarlos.

Sin embargo, lo que me resulta francamente inaceptable es la atribución automática de una especie de estado de bienestar perfecto, resumido en la frase “la gran vida”, por el solo hecho de haber emigrado de Venezuela.

No menos despreciable es la coletilla “mientras aquí estamos pasando hambre” como si las personas que se fueron lo hubiesen hecho con la deliberada intención de que los niveles de escasez, inflación, pobreza y deterioro de la calidad de vida en general empeoraran después de su partida.

Es cierto que, fuera de Venezuela, los supermercados están llenos de comida y que la delincuencia está relativamente controlada, que los servicios públicos funcionan, que en las farmacias hay medicinas y que el Internet es alucinante; pero eso no significa que quienes nos esforzamos todos los días por adaptarnos, integrarnos y estabilizarnos, después de comenzar desde cero, estemos teniendo una vida de reyes.

Si usted le ha dicho semejante cosa a un amigo, a un hermano, a un padre o a un hijo después que se fue de Venezuela, la próxima vez intente decirle algo así como: “sigue siendo difícil estar aquí, esto está cada día peor. También sabemos que para ti es difícil estar allá, pero me hace feliz hablar contigo, saber que cuento contigo y me enorgullece que no tengas miedo de luchar por tus sueños. Gracias por seguir pendiente de nosotros y ojalá podamos vernos pronto”.

Será una conversación más bonita y dejará de hacerle daño a alguien que no solo se siente mal por lo que usted está viviendo, sino que además sufre la distancia y trabaja muy duro para tener la vida que tiene, que en la mayoría de los casos no es tan “grandiosa” como usted piensa.

Por: María José Flores / @MarijoEscribe en Twitter e Instagram