Tiene un año en Madrid y dice que ha sido muy difícil, pero….

Llegué a Madrid hace casi un año. Mi mamá es venezolana de pura cepa (caraqueña) y mi papá, como buen hijo de gallegos emigrantes, es una mezcla entre la cultura de aquí y la cultura de allá. Aunque podía irme a Galicia y llegar a casa de unos primos lejanos, siempre me llamó la atención la idea de vivir en Madrid. Muchos pueden pensar que tener el pasaporte español significa que todo está resuelto, pero para que tengan una idea quiero contar mi experiencia, esperando que puedan identificarse y les ayude a ver por dónde empezar a la hora de emigrar a la capital de España.

Una de las cosas que más me costó conseguir fue una habitación. Creo que los venezolanos en el fondo somos muy exigentes y queremos mucho por poco. Al principio quería encontrar un piso para mí solo, pero después me di cuenta que, entre los gastos de agua, electricidad y gas, más el alquiler; se me iría el presupuesto que tenía para mis primeros dos meses aquí. Entonces tomé la decisión de buscar una habitación.

A donde quiera que llegaba me ponía medio exquisito exigiendo desde colchón ortopédico hasta wifi y la verdad es que en la mayoría de las habitaciones cerca del centro eso no es posible. Cuando tenía una semana y media pagando un hostal bajé un poco mis expectativas e incluso estuve dispuesto a buscar una habitación en las afueras, pero después entendí que pagaría mucho en transporte.

Unos amigos me refirieron con un conocido que tiene un bar en la zona de Huertas y comencé a trabajar en lo que aquí llaman “relaciones públicas”, que no es más que estar parado en la puerta del local, invitando a la gente que pasa por la calle a entrar a aprovechar alguna promoción. Yo lo hice sin pena alguna porque entre lo que me ganaba allí (que no era mucho) más lo que tenía ahorrado, me daba para sobrevivir mientras “conseguía algo mejor”.

Tres semanas después de comenzar a trabajar en Huertas conseguí trabajo como cocinero en un bar cerca de Ventas. El trabajo era muy intenso, pero solo tenía que ir de lunes a miércoles, pues de jueves a sábado tenían a otro muchacho a cargo de la cocina.

Así tenía toda la mañana ocupada y entre esos dos trabajos estuve más de ocho meses. No tenía descanso, pero tampoco tenía novia, ni amigos, ni hobbies en los que invertir tiempo libre así que sentía que no me hacía falta. Estaba tan ilusionado por la idea de conseguir un piso para mí solo que me dediqué 100% a trabajar para tener las referencias que necesitaba para que una inmobiliaria confiara en mí.

Hace un mes aproximadamente conseguí trabajo en una correduría de seguros de una empresa importante y grande de aquí de España. No es el trabajo más estable del mundo, pero es mucho más descansado y me siento muy bien. Conozco gente interesante todos los días y estoy muy optimista en cuento a mis posibilidades de crecimiento profesional en este país.

La verdad es que al principio es una experiencia muy dura pero realmente vale la pena hacer un poco de sacrificio a principio para después disfrutar todas las cosas buenas que tiene Madrid. No reniego de mis orígenes, pero en esta ciudad me he sentido como en casa. Gracias Madrid por recibirme y darme la oportunidad de ser feliz, algo que a pesar de tener carro propio, título universitario y un “estatus social”, no tenía en Venezuela, porque la calidad de vida, la paz, la tranquilidad y la seguridad personal, jurídica y sobre todo la seguridad social que tengo aquí en Madrid, jamás las tendré en Venezuela. Pedro Luis Carballo.