Que nadie los engañe: Ser inmigrante es más duro de lo que parece

Definitivamente la vida del inmigrante es mucho más dura de lo que parece. Puede que al salir de Venezuela y llegar a una ciudad tan grande y moderna como Madrid todo parezca bonito, pero lo cierto es que estar lejos de casa no es fácil y hay días en los que te sientes tan solo y triste que tienes que sacar fuerzas de donde sea.

Si leyeron mis historias anteriores sabrán que mis primeros dos días en Madrid fueron muy intensos, que me vine casi sin dinero, pero que logré conseguir trabajo de camarero en un bar en Lavapiés.

Eso fue sólo el principio, porque después me tocó correr al día siguiente a sacarme el NIE, y después solicitar el número en la Seguridad Social para que me pudieran dar el contrato de trabajo.

En la habitación con los dominicanos, la cosa estuvo bonita solo un par de meses, después el esposo se puso celoso porque como yo estaba muy pegado a su mujer, y nos la pasábamos todo el día cotorreando y haciendo cosas juntos, el como que pensó que ella y yo teníamos algo, cosa que no era así y no había posibilidades, porque de estar fantaseando no era precisamente con ella sino con él.

Pasé cinco meses trabajando en el bar, paralelo a eso iba metiendo currículums para conseguir algo en mi área, tanto en persona como por las diferentes aplicaciones de internet que hay. Utilicé ese trabajo no sólo para obtener dinero, sino para hacer relaciones y conocer gente.

Después me hice amigo de varios de los clientes fijos del bar, y gracias a uno de ellos conseguí un empleo mucho mejor, el haber pasado cinco meses trabajando inicialmente como camarero, luego en la barra y al final como encargado del bar es algo extremadamente difícil y si bien disfrutaba mucho mi trabajo, no es eso lo que quería hacer por mucho tiempo.

Claro que todo trabajo dignifica, pero se siente uno mucho mejor cuando trabaja en lo que quiere trabajar, y en mi caso, quiero trabajar en mi área, soy Arquitecto, la arquitectura es mi pasión y en eso llevaba cinco meses continuos buscando.

La respuesta llegó gracias al bar, porque en España, al igual que en Venezuela, la mayoría de los empleos y oportunidades se dan a través del boca a boca, de los contactos personales, por referidos. En la mayoría de las empresas dan prioridad a los currículums recibidos por amigos con respecto a los que vienen por las vías “frías” como las páginas web o que los han dejado en el departamento de Recursos Humanos.

Y tal como les dije más arriba, hice contactos en el bar con muchos clientes, y resulta que el hermano de uno de ellos es socio en una empresa de servicios de arquitectura, me pidió mi CV para dárselo y a las dos semanas me llamaron para una entrevista.

El proceso de selección fue muy duro, la competencia era fuerte en realidad, éramos 58 arquitectos compitiendo por un puesto de trabajo, desde la primera entrevista hasta el día que me dijeron que estaba contratado pasó casi mes y medio. La verdad es que, gracias a mi amigo, logré pasar la primera puerta, tener la oportunidad de que mi currículum estuviera entre los que iban a ser tomados en cuenta, pero de ahí en adelante, sólo mis conocimientos, mi talento y mis ganas de trabajar me ayudaron a llegar a buen puerto.

Ahora estoy trabajando con ellos, el ambiente laboral es excelente. Estoy de último en la «cadena alimenticia», por ahora, más que un arquitecto, soy el chico que trae el café y lleva los planos, pero estoy en un estudio de arquitectura, por lo que sé que, con paciencia y trabajo duro, pronto subiré, pero al menos ya estoy sumando experiencias a mi currículum, algo que antes no tenía.

Les debo la historia sobre lo duro que es trabajar en un bar español, pronto lo publicaré, ya tengo más tiempo y llego menos cansado a casa. Porque ahora, trabajo sólo de lunes a viernes y el salario es más alto que el del bar y para remate, tendremos todo agosto de vacaciones. Así que voy bien, en la ruta para lograr lo que quiero y muy contento de estar en Madrid.

Enviado al correo [email protected] por Giovanni De Luca