Debo reconocer que aquel día, cuando disparó contra el Tribunal Supremo de Justicia y el Ministerio del Interior, las acciones de Oscar Pérez me generaron dudas. Aquel martes sobrevolaron aviones militares sobre Caracas, los diputados de la AN fueron secuestrados en el Congreso y el TSJ restó competencias al Ministerio Público a cargo de Luisa Ortega… En medio de esta vorágine informativa, ¿quién era este señor en helicóptero y qué pretendía realmente?
La teatralidad del momento me parecía exagerada. Para algunos fue una hazaña, para otros un show sin objetivos claros o, incluso, un recurso del propio gobierno venezolano para victimizarse. Entre tantas opiniones, no faltó quien lo considerara marketing de la película Muerte Suspendida (y eso que se había estrenado en 2015). Sin embargo, al final del día, el inspector consiguió darse a conocer.
Basta leer los comentarios que recibió a través de YouTube y otras redes sociales, varios meses después, cuando apareció en un video del Movimiento Equilibrio Nacional Por Venezuela, para comprobar cuán diferentes eran las reacciones que generaba entre los opositores al gobierno venezolano.
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En medio del default parcial anunciado por Standart & Poor’s, la intervención de Makro y la detención del presidente de Citgo; el video de Oscar Pérez recibía durísimas críticas de quienes lo calificaban de oportunista, pero también los efusivos vítores de quienes veían en él un guerrero valiente que soñaba con la libertad.
No pasó mucho tiempo antes de volver a saber de él. Casi cuatro meses después de la captura de Juan Caguaripano, un grupo de casi 50 hombres armados liderados por Pérez se llevaron fusiles, municiones y pistolas de un Comando de la Guardia Nacional Bolivariana en el estado Miranda. La acción se grabó en video y se hizo viral, muy viral.
Ya todos sabemos lo que ocurrió el 15 de enero en la carretera hacia El Junquito… O al menos conocemos lo que publicó Pérez en su Instagram y lo que han declarado las autoridades. Lo cierto es que, puede que no esté de acuerdo con el modus operandi del policía sublevado, pero ningún ser humano merece morir de esa manera.
Cuando Hugo Chávez se dio por vencido, después de liderar un Golpe de Estado que segó la vida de más de 30 personas, fue juzgado, pagó condena y el resto es historia… En el caso de Pérez, una persona dispuesta a entregarse fue atacada con una bazuca por los cuerpos de seguridad del Estado.
A partir de entonces cobró forma entre los venezolanos (dentro y fuera del país) una de las controversias más fuertes que he visto en redes sociales. Algunos siguen pensando que fue un show que se salió de control. Otros, lloran la pérdida de un líder que los llenaba de esperanza. Eso sí, la mayoría de las reacciones provienen del sistema límbico de personas que no están dispuestas a conceder respeto (ni mucho menos razón) a quien piense lo contrario.
Mientras se desarrollaban los hechos que desembocaron en su muerte, fui enterándome de la situación por algunos mensajes de WhatsApp que recibí. Cuando finalmente estuve desocupada y pude leer con detenimiento todo lo que había ocurrido, lo único que sentí fue una profunda tristeza.
Armas, enfrentamiento, barbarie, «una matazón» en un país que supuestamente no está en guerra. Violencia, sangre, plomo. Me invadió el mismo asco que mermó mi espíritu cuando mataron a Mónica, cuando casi matan a Gyanny… ¿En qué clase de país nos hemos convertido?, ¿cómo es posible que la gente considere normal este tributo al malandreo canalla?
Sin embargo, entre todas las cosas que me costaba asimilar de un solo golpe, lo que más me asombró fue darme cuenta de la gran la cantidad de fieles admiradores que tenía Pérez (supongo que ahora tendrá más).
Lo confieso. Hasta ese día jamás imaginé que, después de la tragedia que nos ha tocado vivir durante los últimos 20 años; el país se volvería ilusionar con un líder rebelde, carismático, mediático y proveniente de un cuerpo de seguridad, con entrenamiento que muchas personas considerarían militar.
Quizás el sistema presidencialista al que estamos acostumbrados favorezca esa inclinación al caudillismo, a la necesidad de un héroe que nos rescate. Quizás las lamentables circunstancias que atraviesa Venezuela no permiten una solución civilizada a cargo de un equipo multidisciplinario de profesionales. Lo decía Milton Friedman, «los gobiernos nunca aprenden, sólo la gente aprende»… Entonces, ¿qué necesitamos aprender y qué es necesario para que finalmente lo aprendamos?
Por: María José Flores / @MarijoEscribe en Twitter.
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