«La Navidad y el Fin de Año del inmigrante venezolano», por Tomás Castellano (@ViejoCaste)

En cada país de influencia cristiana se celebra la Navidad en forma por demás diferente. El significado religioso es invariable por ser el recordatorio y celebración de la encarnación de Dios en la persona de su hijo Jesucristo. Las influencias paganas, que insoslayablemente han introducido otros elementos como el árbol de navidad, Santa Claus o Papá Noel; también le han dado otro color a la navidad y ampliado su significado; sin embargo encontramos elementos comunes en la celebración de la Navidad, como época de regalos y compartir, preparación de platos típicos de cada país para esta temporada, vacaciones, reuniones familiares, acercamiento con los amigos, vestir ropas nuevas y especiales, detonar explosivos y fuegos artificiales, etc.; también en estos hay significados y valores que son particulares de cada cultura.

Lo mismo pasa con la llegada del año nuevo, que tiene un doble acto simbólico de cierre del pasado y renovación hacia el futuro inmediato, agradecimiento a Dios por haber compartido un año de vida con nuestros viejos y demás familiares. En fin, esta época decembrina no es cualquier época, especialmente para los venezolanos.

De allí que para el inmigrante venezolano es tan importante compartir con la familia la temporada decembrina, sea que este viaje hasta donde está el inmigrante o que este se pueda tomar la licencia de visitar a su familia, donde quiera que ella esté; y si es en Venezuela pudiera ser mucho mejor. Si esto se materializa, la Navidad del inmigrante será plena.

Otra historia es cuando el inmigrante no puede reunirse con su familia, con sus padres, hermanos, tíos, primos y con los amigos. Se abre una nostalgia que puede llevarlo a la tristeza y a considerar que no hay nada que celebrar. En estos días específicos de 2017 se le produce un doble sentimiento de tristeza porque el inmigrante sabe que el sentimiento de nostalgia es recíproco y porque sabe que su familia en Venezuela está en un precario ambiente de vicisitudes y carencias que se suman a las ausencias personales.

El inmigrante, paradójicamente, tiene acceso a todos los ingredientes para el plato navideño tradicional, así esté en “La Conchinchina” va a encontrar harina Pan, aceitunas, alcaparras, pasas, hojas de plátano, pavo, cerdo, jamones y hasta el pabilo para amarrar las hallacas; podrá hacer el pan de jamón, la ensalada de gallina con manzana, el dulce de lechoza, vinos; sin que le falte nada que pueda comprar según su capacidad económica.

Pero hoy el inmigrante sabe que las hallacas en Venezuela no están completas, no están todos los ingredientes disponibles y lo poco que hay está a precios que muy pocos en Venezuela pueden pagar con sus ingresos nacionales… podemos calificar la situación en Venezuela de una Navidad miserable.

Sin embargo, la provisión que sí tiene el inmigrante en el país que le acoge no es suficiente para que el disfrute sea pleno, si no logra tener a su familia con él. Esto porque esta temporada, como lo dijimos antes, va más allá de tener la mesa llena y los estrenos (que no son posibles para la mayoría de quienes están en Venezuela) sino que el abrazo de “Felizaño”, la reunión de noche buena de Navidad, las visitas a amigos y familiares entrañables el 25 y el Primero, a compartir sonrisas, quereres y un sancocho de gallina o de hueso de rabo de res; tomarse el ponsigué del tío y ver a los niños tirando triquitraques, encender la estrellitas y lanzar cohetes; correr la bicicleta nueva, los patines y compartir la alegría de sentirse parte de una familia querendona. Todo esto representa el verdadero significado general de la época decembrina para el venezolano.

En esta oportunidad en la cual el inmigrante que aún no ha logrado una estabilidad en el lugar donde está, al enterarse de lo que se vive en Venezuela se da cuenta de que haber emigrado ha sido una sabia decisión, que aún en sus carencias está en mejor condición integral que si se hubiera quedado en Venezuela; lo cual voy a destacar para que veas ni pienses en regresar a la Venezuela que el comunismo ha creado y que sigue rodando por el despeñadero de la miseria, la corrupción, la destrucción de las empresa y de los empleos y un futuro que parece no existir.

Te describo esto: Las calles están a oscuras, los edificios públicos y privados no lucen sus adornos e iluminaciones de otros años, solo vemos grandes colas hasta altas horas de la noche para poner gasolina, el pan de jamón fue un gran ausente en la cena del 24 y lo será el 31, el pernil no estuvo, ni el panetón, el vino no estuvo en la gran mayoría de las mesas, ni siquiera el vino Sansón o La Sagrada Familia para macerar el guiso de las hallacas, estas tampoco pudieron hacerse y quienes las hicieron debieron omitir muchos ingredientes esenciales; las nueces y las almendras, ni en fotos, los turrones de Alicante y Jijona, solo en el recuerdo, el Ponche Crema de Eliodoro Gonzáles P, se quedó lejos, estamos seguros que el 31 no se contarán la uvas del tiempo.

Los estrenos no fueron posibles ni con wiki wiki; y por supuesto que el desayuno del 25 con las sobras de la cena del 24 no fue posible, ese panetón con café con leche de siempre no estuvo. Esto ha sido y es decadente, deprimente y en consecuencia lo que se siente y trasmite no es precisamente un espíritu navideño venezolano. Luego de confirmar en este texto lo que has leído en redes sociales o algún familiar se ha atrevido a no ocultártelo ¿Te das cuenta de que eres afortunado de no estar en Venezuela?…

Es normal que te sientas mal por tus familiares que quedan en el estercolero chavista que hoy es venezuela y tal vez esto te sirva para cerrar el capítulo, levantar tu mirada en el horizonte migratorio y dejar de rumiar para seguir echándole pichón a tu nueva vida sin estar añorando un pasado que no volverá y una Venezuela que no existe.

Venezuela es un ex país, es inviable actualmente y no pareciera que se esté haciendo algo para detener a los malparidos que asaltaron el poder y que no lo van dejar si no se les desaloja por la fuerza… y esa fuerza no se ve en el horizonte.

Tal vez es hora de pensar en una “Operación Peter Pan”, para recatar a los niños de esta barbarie desmoralizante, o pensar en aglutinar esfuerzos y recursos humanos y materiales para prestar ayuda humanitaria con medicinas y alimentos a los que quedan en el campo de concentración y exterminio que es hoy la Venezuela de los pranes, narcotraficantes, ladrones y asesinos que con apoyo del foro de Sao Paolo, Rusia, China, Irán y otros sinvergüenzas han secuestrado todos los recursos y han eliminado la democracia, conculcados todos los derechos y libertades y han destruido la moneda nacional para implementar la doble moneda, una intercambiable por divisas y otra de simple circulación interna sin valor alguno.

Sin la ayuda internacional no será posible liberar a Venezuela. Tú como inmigrante puedes organizarte y dedicar un par de días al mes para trabajar en promover la ayuda internacional desde donde estás, teniendo cuidado de no violar las leyes del país donde estás y de que no se infiltren los chavistas que han emigrado después de haberse robado el futuro y los dineros de Venezuela.

Así que tómate estos días decembrinos para acercarte a los ciudadanos del país donde estás y compartir con ellos la cultura venezolana de esta época, enséñales a bailar gaitas, a cantar aguinaldos, a comer hallacas y pan de jamón, que sepan qué es un abrazo de “Felizaño”, de esta forma crearás tu propio ambiente; pero también aprovecha de conocer la cultura de ese país y aprende cómo ellos celebran la Navidad y el Año Nuevo.

Tú puedes tener una Feliz Navidad como inmigrante y este año 2018 es el año de esforzarte por tu residencia permanente. Un felizaño pa´ ti, un felizaño pa´mí!

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