“La Compasión es la otra ala de mi, -Ser-” E.M.M
Quiero Iniciar esta entrega con una inquietud que me llega de ustedes ¿Qué significa ser Compasivo? ¿Es ser capaz de sentir lástima, empatía o simpatía? ¿De qué forma la compasión puede ser una parte saludable de los vínculos que establecemos con los demás? ¿Tiene la compasión que llevarnos siempre a perdonar todo y a todos? ¿La compasión puede tener utilidad terapéutica para quien la ejerce?; ¿La autocompasión es la hermana de la autoestima?; ¿La compasión es expresión de nobleza o de idiotez?
Las respuestas a estas preguntas muchas veces profundizan las dudas. A mis seguidores y alumnos al principio les cuesta ver el fondo de esta visión porque están influenciados por sus entornos. Basta con volver a considerarla, desde otra óptica, es decir, Observarla desde occidente hasta oriente, para evitar los grandes sufrimientos acarreados, con frecuencia, por la confusión. Siglos de mandato moral, tradición académica y creencias ancestrales instalaron en nuestro ideario nociones más o menos rígidas del valor de la Compasión. Casi sin excepciones, asociadas al altruismo, la misericordia y la clemencia. Ecuación filantrópica de benevolencia y piedad: así la encontraremos en el imaginario colectivo y en las definiciones enciclopédicas, junto con la constancia de su raíz latina (Com = Con; Pati = Sentimientos- Mal interpretada por la Visión Católica como Sufrimiento-).
Es tema muy reciente de investigación para la Neuropsicología de Occidente. Con la compasión como eje surgieron novedosas terapias psicológicas, que abrevan en distintas áreas de conocimiento: desde las tradiciones sagradas de la Humanidad hasta las Neurociencias. Componen un cuerpo teórico cada vez más amplio que integra y complementa los diferentes modelos de psicoterapia ya existentes. Las Neurociencias han demostrado que el estado de Compasión puede influir sobre los sistemas neurofisiológicos e inmunes. En quien experimenta Compasión se aquieta la actividad del lóbulo prefrontal derecho -conectado con estados de ánimo más negativos- y se activan zonas del cerebro prefrontal izquierdo –y sus redes neurales vinculadas con la empatía, el amor maternal y una mayor conexión entre pensamientos y sentimientos.
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Cuando una persona avanza en un proceso de Transformación Emocional, surge la necesidad de trabajar sobre la culpa, el perdón inteligente, la trascendencia, la comprensión y la búsqueda de la mejor dirección para los sentimientos de compasión que experimenta. Con esta necesidad suelen interferir las creencias y malentendidos que nos impregnan sin que tomemos real conciencia de ciertas realidades. Para derribar el primer mito: SENTIR COMPASIÓN NO SIGNIFICA SENTIR LÁSTIMA HACIA LOS DEMÁS. Hagamos el ejercicio de imaginarnos a nosotros mismos, tan solo por un instante, en medio del sufrimiento acerca de algo o por alguien. Desde esa posición, observemos con atención el efecto que nos produce que el otro nos mire con pena, lo mal que nos hace sentir. Es fácil comprender, desde esta perspectiva, lo poco edificante que es el sentimiento de lástima, dirigido hacia los demás o hacia nosotros mismos. El dolor y el sufrimiento es parte de la vida y a todos nos toca una porción. Inducidos por mensajes culturales, asociamos la Compasión a una condición de bondad tan pura que nada debería contaminarla: quienes se consideran a sí mismos seres compasivos se paralizan al constatar que, al mismo tiempo, son capaces de enojarse o incapaces de perdonar. Ven “manchado” ese “noble” sentimiento y cuestionado el absoluto de su ideal.
Pero ese absoluto está lejos de Ser deseable. Chogyam Trungpa, maestro budista de Meditación, forjó el concepto de “compasión tonta”: El equívoco que nos lleva a perdonar, condonar o trascender, una mala actitud del otro, movidos por la compasión, propiciando su reincidencia. Podemos sentir que alguien se está equivocando cuando decide hacer mal, y por ello sentir por tristeza por él, incluso compasión por el sufrimiento que esa persona produce en sí misma y en los demás. Pero permitir que los demás hagan cualquier cosa porque nosotros no tenemos Coraje (Postura, Firmeza) para ponerles límites no significa, ciertamente, ser compasivos. Si una persona es violenta, lo compasivo no es tolerar la agresión, que por lo demás se alimenta a sí misma. Si logramos poner un límite a la situación enfrentaremos reacciones de enojo y obstáculos para sostener nuestra decisión, pero es lo más compasivo que podemos hacer por los demás, por difícil que resulte. No nos agradecerán, dice Trungpa, y no quedarán contentos, pero estaremos dando una oportunidad a que ellos tomen Conciencia o a que trabajen sobre su parte en el problema. Tal vez comiencen a hacer lo que necesitan. Podemos sentir amor hacia otro, tal vez simpatía o empatía, podemos desearles felicidad a los demás. Pero la Compasión es desear a otra persona que se libere del sufrimiento (O active el Noble Sentimiento) cuando activo mi nivel de Comprensión de la Experiencia. La Compasión no está completa si no comprendemos que es necesario practicarla, también, con nosotros. Muchas buenas personas se maltratan a sí mismas para evitar dañar a otros: otros que, muchas veces, terminan dañándolos a ellos. Qué difícil es dar cuenta del maltrato cuando las señales no son evidentes, cuando no deja la marca tangible, como sería, por ejemplo, la de un golpe en el propio cuerpo. Tantos siglos de violencia instituida la han naturalizado: desestimamos nuestra percepción del maltrato y de su prolongación, el auto maltrato.
Una práctica que puede ayudarnos a desarrollar la compasión es la de la Plena Atención o Mindfulness. La habilidad de prestar “plena atención” no es nueva, es parte de lo que nos hace humanos: la capacidad de estar presentes y ser conscientes de todo lo que está ocurriendo en el momento, y también de aceptarlo. Desafortunadamente, esta habilidad se pone en juego por períodos breves, tras los cuales nos reabsorben nuestras emociones y nuestros padecimientos cotidianos. Los beneficios psicológicos de la práctica de Mindfulness cada vez son más resaltados por la investigación científica. La gente que lucha con emociones intensas como la vergüenza, la ansiedad, la ira o el dolor, puede complementar esta práctica de la atención con una herramienta tan simple como poderosa: la Auto-Compasión.
Cuando dicto retiros avanzados de Compasión Plena, durante algunos días trabajamos con técnicas de Mindfulness: prestar atención al momento presente, espacio en el que luchamos con sentimientos difíciles de inadecuación, desesperación, confusión y otras formas que elevan nuestro nivel de estrés. Simultáneamente nos entrenamos enfrentar nuestras dificultades con bondad y comprensión (autocompasión consciente). Investigamos distintas maneras de tratarnos bien a nosotros mismos, formas antes no exploradas en profundidad. Comprobamos que cualquier persona puede adquirir conciencia de la autocompasión y ser capaz de cambiar de modo potente el vínculo que tiene consigo misma.
Las diferencias entre el concepto de compasión consciente hacia uno mismo y el zarandeado concepto de “autoestima”. La autoestima tiende a aumentar cuando las cosas van bien, o cuando se experimenta éxito personal. La compasión consciente se siente aun cuando las cosas van mal. La autoestima implica la evaluación de uno mismo de manera positiva y, a menudo, la necesidad de ser especial y ubicarse por encima de un supuesto promedio. La Auto-Compasión no está basada en comparaciones, sino todo lo contrario: se apoya en nuestras similitudes profundas con los otros por el mero hecho de compartir la condición humana. Las investigaciones demuestran que la auto-compasión proporciona una mayor resistencia y mayor estabilidad emocional que la autoestima.
Mindfulness y Compasión, como una dupla, nos permiten recorrer un sendero con nuevas tácticas para ayudar a los pacientes a entender que no son culpables de su patología ni de sus síntomas, sino que estos provienen de la condición humana. Como en todo desarrollo científico, los resultados y el proceso de investigación son claves para el futuro de la terapia Centrada En La Compasión. Aunque en Occidente las investigaciones son incipientes, y los datos y conclusiones son limitados, la aplicación terapéutica de la compasión está ganando velozmente un lugar importante. Quienes trabajamos con este enfoque ya podemos referir los beneficios, que se observan con facilidad en la práctica cotidiana. Esta “Gimnasia” desarrolla redes neurológicas vinculadas a la autorregulación de estados de tranquilidad, calma, seguridad, calidez, tan indispensables para lograr una vida equilibrada. Estos hallazgos no sólo pueden aportar al trabajo terapéutico con individuos en particular. También pueden ser de gran ayuda en los enfoques que las organizaciones tienen como recurso para responder a las consecuencias del maltrato y el auto maltrato. En suma, pueden contribuir de un modo general a la calidad de los vínculos entre los miembros de una sociedad como la nuestra.
En la tradición budista, Mindfulness y compasión se consideran las dos alas del pájaro de la sabiduría, y se piensa que ambas son imprescindibles para poder volar, por lo que se practican de forma conjunta y se refuerzan mutuamente. Para practicar la compasión es necesario Mindfulness, porque tenemos que poder tomar conciencia del sufrimiento propio y del de los otros, sin juicio, apego o rechazo, para sentir compasión hacia la persona que sufre.
Centrándonos en la Psicobiología que da pie al Mindfulness y la compasión, existen grandes diferencias entre ambas prácticas. Mientras que los procesos mentales más vinculados al Mindfulness generan una forma de metacognición y regulación de la atención relacionada con la actividad de las regiones medias prefrontales y es por tanto un logro evolutivo reciente, la compasión es mucho más ancestral, y va ligada al sistema de cuidado de los mamíferos. Involucra a sustancias como la oxitocina y otras hormonas relacionadas con el sentimiento de apego seguro, y también a sistemas y redes neuronales vinculados al amor y la afiliación.
La Pregunta a la que responde Mindfulness ¿Cuál es la experiencia aquí y ahora?
Objetivo Mindfulness. Tomar conciencia de la experiencia real y aceptar su naturaleza.
La Pregunta a la que responde la Compasión ¿Qué necesitas ahora para sentirte bien y disminuir el sufrimiento?
Objetivo Compasión .Reconfortar al sujeto ante el sufrimiento, entendiendo que el dolor primario es consustancial al ser humano
Es importante reconocer que la práctica de Mindfulness es a la vez una práctica antigua y nueva (Paradójico ¿No?), es antigua en el sentido de que es una práctica que tiene más de 2500 años de vida, y que sigue siendo practicada sistemáticamente en la cultura tradicional budista hasta el día de hoy; y a la vez es nueva, en el sentido de que ha sido redescubierta y revalorizada en el mundo occidental desde fines de los años 70 y principios de los años 80, en gran parte gracias al trabajo pionero muchas personas, quisiera destacar sólo a dos de ellas: Jon Kabat-Zinn quien ha desarrollado un vital aporte en el ámbito clínico y de investigación (especialmente con el desarrollo del MBSR) y Thich Nhat Hanh, monje zen vietnamita, de quien seguro han escuchado, y quien ha desarrollado la práctica de Mindfulness en occidente desde mediados de los años 70 y quien publicó el primer libro que en occidente que tiene en su título la palabra Mindfulness (El milagro del Mindfulness, de 1976) Con Mindfulness lo antiguo y lo nuevo convergen.
Mindfulness implica un Volver A Casa y conectarnos con la vida que está transcurriendo y no es un mero discurso o teoría, sino que involucra una práctica corporizada y relacional, con otros. En los últimos años Mindfulness se ha ido transformando en un puente integrador de diálogo entre oriente y occidente. De alguna forma el gran impacto que ha tenido en el mundo occidental se debe, al menos en parte, a la necesidad y al desgaste de nuestro propio Paradigma Sociocultural Moderno Y Occidental, el cual pide a gritos una RENOVACIÓN. Los tres componentes de la Autocompasión: Bondad con uno mismo (El verdadero Amarse: -Me Amo-), la Humanidad compartida. («Inter-Ser.» Reconociendo nuestro inter-ser esencial, nos va a permitir ser más conscientes de Quienes y Como Somos?) y Mindfulness (Atención plena).
La Compasión requiere del Mindfulness a la vez que el Mindfulness llevado a otro nivel permite la manifestación de la Compasión en nosotros. Yo, tengo la Certeza que la raza humana está en el proceso de Despertar a una serie de cosas diferentes en muchos lados y al mismo tiempo. Actualmente buenas voluntades accionamos juntos, con las Alas del Ser: Mindfulness y Compasión. Esta visión, esta ética y practica nos conducirá a instaura una Nueva Era. ¡Gracias por Ser, Estar y Existir! En sintonía. Elsy Mata Marcano @elsymatamarcano [email protected] Whatsapp: 0058 414 818 94 43 Facebook: Elsy Mata Marcano VISITA: www.fundacionarmoniaglobal.com.ve www.pnleando.com.ve
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