En enero del presente año, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), publicó un informe en el cual destaca que, en el 2015, el número de migrantes a nivel mundial alcanzó la cifra de 244 millones, lo que indica un incremento de 41 % en relación al año 2.000. Entre ellos, 20 millones son refugiados. Como vemos, no es cualquier cosa.
Pero, ¿qué representa esto para los ciudadanos de las diferentes naciones? ¿Son los inmigrantes una amenaza mundial, o no representan ningún peligro para el planeta?
Si bien el tema de la migración es muy controversial y se ha hablado bastante del mismo, es interesante conocer qué dicen algunos especialistas al respecto.
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Según el referido estudio de la ONU, las dos terceras partes de esos migrantes internacionales viven en Europa y Asia. Estados Unidos de Norteamérica es la tercera región con mayor número de migrantes. Le siguen África, América Latina y Oceanía.
Como ya sabemos, este no es un problema reciente, pero ha tenido gran repercusión en los últimos años, sobre todo en los países del primer mundo y, más aún, desde que el presidente Donald Trump asumió el poder.
Tenemos sobrada información sobre las migraciones masivas del Oriente Medio hacia los países europeos, las cuales han marcado la tendencia en el último quinquenio, producto de la complicada situación sociopolítica y religiosa de esa región.
En América Latina, conocemos los casos de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua que utilizan los pasos ilegales a través de México, para tratar de llegar a Estados Unidos, en condiciones sumamente peligrosas.
Y, más recientemente de Venezuela, del que ha emigrado gran cantidad de personas, tratando de encontrar una mejor calidad de vida a consecuencia de la grave crisis social, económica y política que se vive en ese país.
Algunos datos de Europa y Norteamérica
Según la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), un total de 3,8 millones de personas emigraron a alguno de los países miembros de la Unión Europea en el 2014, de los cuales, 1,6 millones eran ciudadanos de terceros países.
Para inicios del 2015, se encontraban 34,3 millones de personas no nacidas en la EU, viviendo dentro de la misma, por lo que ya diversos países europeos han comenzado a tomar medidas para controlar ese flujo migratorio.
En los Estados Unidos de Norteamérica se observa una situación similar. Solo en el 2015, la cifra de inmigrantes creció en 1.7 millones de personas, de los cuales un millón de ellos entró legalmente al país.
El Centro de Estudios de Inmigración (CIS), organismo norteamericano especialista en temas de migración, publicó las estadísticas del censo del segundo trimestre del 2015, indicando que existen 42.1 millones de inmigrantes viviendo actualmente en Estados Unidos, cifra récord en la historia de ese país y el más alto porcentaje en 94 años.
Por su parte, la población hispana en Estados Unidos asciende a 57 millones de personas, lo que significa que uno de cada 17 residentes del país es de origen latino.
Sin embargo, según Andrew Selee, vicepresidente del Instituto México del Centro Wilson, instituto independiente que estudia asuntos nacionales e internacionales en Washington DC, el tipo de migración en el país del Norte, ha variado mucho en los últimos años.
De acuerdo a la opinión de Selee, en los últimos cuatro años, esta migración se ha invertido y ha crecido más el número de inmigrantes centroamericanos, caribeños e, incluso en mayor número, norteamericanos; hacia México que hacia USA.
¿Qué pasa en América Latina?
En el caso de América Latina, la migración interna entre países de la región y el Caribe, representa sólo la cuarta parte de toda la emigración registrada en Latinoamérica, según el estudio “Migración Internacional en las Américas, SICREMI 2015”, realizado conjuntamente por la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
El número de inmigrantes en la región pasó de algo más de 7 millones en 1990 a más de 9 millones en 2015, incrementándose también el número de emigrantes de alrededor de 15 millones a 35 millones en la actualidad.
Este crecimiento en las cifras de inmigrantes dentro de la región se debe, en parte, a la facilidad en ciertos procesos migratorios, entre los que cabe destacar el acuerdo sobre Residencia para Nacionales de los Estados del Mercosur, Bolivia y Chile, al que posteriormente se unieron Perú, Ecuador y Colombia.
Pero, ¿es negativa la migración?
Un análisis reciente del escritor y analista político de CNN, Carlos Alberto Montaner, sobre el libro “Global Crossing”, de Álvaro Vargas Llosa, señala que Estados Unidos es mucho más fuerte y rico por las contribuciones que han dejado sus inmigrantes a lo largo de la historia.
Según Montaner, el libro de Vargas Llosa, plantea un argumento audaz, en el sentido de que “una de las formas de revitalizar a una sociedad, de mejorar su capacidad de producir riquezas y de aumentar su creatividad, es estimular la llegada de inmigrantes. Invitar a esas personas que traen con ellas el fuego emprendedor”.
Y concluye que, sin duda alguna, “hay pocos negocios mejores para cualquier país que ver cómo aumenta su capital humano con inmigrantes deseosos de abrirse paso en la vida”.
En esta misma línea se puede leer el artículo “Latinoamericanos en Tránsito. Migración, mitos y fronteras”, publicado por la revista argentina Nueva Sociedad, el cual dice que en toda la historia de la humanidad han habido procesos migratorios de enormes proporciones, los cuales generan problemas sociales como en cualquier fase de urbanización e industrialización pero que, con las políticas y modelos de desarrollo adecuados, se encuentran las mejores soluciones.
Asimismo, agrega este artículo, que los procesos urbanísticos son determinantes para crear crecimiento económico, integración social y ampliación de derechos sociales y políticos.
De acuerdo a ello, podríamos decir entonces, que los procesos migratorios no son tan dañinos para las sociedades, como mucha gente quiere hacerlos ver. Por supuesto, mientras se desarrollen bajo políticas apropiadas.
¿Qué hay de bueno en las migraciones?
Aun cuando estamos conscientes que las migraciones descontroladas pueden causar graves problemas a los países, existen muchas particularidades que determinan lo positivo de las mismas. En este sentido, los expertos hablan de beneficios en doble vía, es decir, ventajas tanto para los que emigran como para los que reciben personas.
En primer lugar, para los ciudadanos de los países receptores, se genera una visión amplia del mundo. La apertura hacia otras formas de vida nos permite ver más allá de lo que nos rodea, lo cual es indispensable en estos tiempos de globalización, ya que conlleva intercambio y aporte de experiencias que, a la larga, serán de provecho para el país de destino.
En cuanto al aspecto social, la diversidad cultural, de idiomas y de costumbres enriquecen a las poblaciones que acogen inmigrantes. Contribuyen a humanizar el mundo, estimulando valores de fraternidad y solidaridad entre las diferentes sociedades.
En relación a lo económico, los países receptores se benefician con el pago de impuestos, el aumento de la mano de obra y el personal calificado que llega.
El economista, Dany Bahar, del Departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en un trabajo conjunto con el economista venezolano Ricardo Hausmann, señalan aspectos importantes para los países de acogida.
En el trabajo “Vecinos y la evolución de la ventaja comparativa de las naciones: ¿evidencia de la difusión del conocimiento internacional?”, se analiza el potencial de los inmigrantes para transferir conocimiento, el cual contribuye a mayores cambios de productividad en ciertos sectores económicos de los países receptores.
Ambos expertos consideran que, desde el punto de vista macroeconómico, las naciones se pueden aprovechar de las capacidades de las personas que llegan de países que son (o han sido) competitivos exportando algún producto. Lo denominan aprendizaje “pro exportador”.
Los economistas destacan en dicho estudio, la importancia de permitir inmigrantes en países con bajos niveles de productividad en algunos sectores, para beneficiar la industrialización.
Otro de los aspectos que muchos analistas consideran importante es el hecho de que, en la mayoría de los países (sobre todo los de altos ingresos), los inmigrantes ocupan los empleos que los propios ciudadanos no quieren hacer. Eso implica más mano de obra para la mayor productividad del país receptor.
Contrario a lo que muchos opinan, “los migrantes ni quitan empleos ni bajan los salarios. Aumentan el producto económico de la zona adonde llegan, y dan más de lo que reciben”, tal como señala un Boletín emitido por la ONU, sobre el tema de la migración en América Latina.
De igual manera, un estudio de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico OCDE (2014) informa que en los años 2002 a 2012 “los inmigrantes representaron un 47% del aumento de la fuerza laboral en los Estados Unidos y un 70% en Europa, y que representaron alrededor de un cuarto de todos los ingresos en las ocupaciones que más han declinado en los Estados Unidos (28 %) y Europa (24 %)”, según reseña un artículo publicado por el diario La Nación, de Argentina.
Ahora bien, no sólo los países receptores se benefician desde el punto de vista económico, también los países de procedencia de los emigrantes tienen algunas ganancias, como sería el aporte de las remesas que envían esas personas a sus países, para ayudar a sus familiares; lo cual, en condiciones normales, contribuye a la economía de la nación.
Ganancia en doble vía
En resumen, la mayoría de las investigaciones y expertos en el tema concluyen que la migración reporta grandes aportes para las naciones, tanto para los países en vías de desarrollo como para los países prósperos, los cuales se benefician en lo social y en lo económico.
La amplia y creciente diversidad cultural impulsa la creatividad artística, gastronómica, literaria; la innovación estimula la investigación científica y la industrialización, con la creación de industrias y empresas en diferentes áreas; la sana competitividad desarrolla nuevos talentos deportivos y educativos.
Una adecuada política en materia de migración, ayudando a mejorar la imagen de los inmigrantes con campañas educativas y eventos que fomenten la solidaridad y la concordia, son fundamentales para crear sentido de pertenencia.
La amplia receptividad a los inmigrantes beneficia, en gran medida, no sólo a la persona que llega, sino a la sociedad receptora. Es decir, representa ganancia en doble vía.
Por: Reina Taylhardat
Comunicadora Social / M Cs. Ciencias de la Comunicación
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