Emigré a Madrid tras perderlo todo en Venezuela y ahora tengo hasta un bar

Este mensaje fue enviado a la redacción de InmigrantesEnMadrid.com por el inmigrante venezolano/portugués Danilo Ferreira: Hace poco leí un artículo de un venezolano que se vino a Madrid y, según sus propias palabras, «lo perdió todo». Eso me motivó a ser quien escriba ahora mi experiencia personal porque, así como él expresó su opinión, quiero que se sepa que también es posible ser exitoso en esta ciudad y este país; aún con la crisis económica que hay, pues todo depende de tu visión, tu organización, tu estrategia y tu forma de hacer las cosas.

Soy ingeniero en sistemas de profesión, de padres portugueses, más venezolano que una arepa, pero con pasaporte comunitario (portugués), tengo 34 años y una hija de seis que vive con su madre en Venezuela.

En 2014 me vine a Madrid con sólo los 3000 dólares y los 400 euros del cupo Cadivi que daban en ese momento ya que debido a las políticas del gobierno venezolano y la situación país, perdí todo lo que tenía en Venezuela, así que, sin más nada que perder, me vine y alquilé una habitación en 200 euros mensuales y, luego de estar buscando durante una semana, conseguí un empleo de camarero en el área de Sol, donde sacaba entre 800 y 1000 euros al mes tras jornadas agotadoras de lunes a lunes de 4 de la tarde hasta las 2 o 3 de la mañana, ya que, como yo vine de inmigrante no necesitaba ni me hacía falta tomar día de descanso. Lo mío era obtener la mayor cantidad posible de dinero y para eso necesitaba obtener propinas ya que, en ese restaurante, cada mesero se queda con las propinas que le dan.

Como almorzaba y cenaba en el restaurant (las comidas eran parte de la relación laboral), sólo tenía que gastar en desayunos, me mudé a una habitación de 250 euros cerca de esa zona y de esa forma me ahorré mucho dinero en transporte público ya que al principio muchas veces tenía que irme en la madrugada en taxi, y me estaba gastando unos 150 mensuales en eso más los 200 de la habitación, eran 350, ahora me iba y me venía caminando por sólo 250, o sea, 100 euros más para el banco cada mes.

Ahorraba al máximo, sólo gastaba en las cosas que eran estrictamente necesario gastar, si necesitaba ropa la compraba en tiendas de segunda mano o en sitios como Primark. No tenía novia y me dediqué en cuerpo y alma a guardar dinero para poder montar un pequeño bar de tapas (algo que siempre me había llamado la atención) y tras año y medio trabajando de una forma que en mi país jamás si quiera pasó por mi mente que se podía trabajar, logré reunir casi 15.000 euros y monté mi bar en un modesto barrio de la ciudad.

Ya tengo casi un año con el bar y, aunque sigo trabajando de sol a sol, sigo viviendo en una habitación y ya tengo novia; espero comprar piso este año. No tengo intenciones de comprar coche en el futuro cercano porque no me hace falta. Como buen portugués, vivo lo más cerca posible del negocio.

Sí, es verdad, el gobierno me quita una pasta en impuestos, pero no me importa porque eso nos la quita a todos y vivo en un país que me ofrece un nivel de vida de primer mundo, de primer nivel y eso se paga a través de los impuestos. Ese dinero se ve reflejado en servicios eficientes y seguridad personal y jurídica, con eso me doy por satisfecho.

Igual siempre me queda dinero para mí, para cubrir mis gastos, ahorrar y pensar en comprar un piso así que, en vez de preocuparme por los impuestos, me ocupo en todas las cosas buenas que he logrado obtener en España gracias a mi esfuerzo, mi trabajo, pero también a las posibilidades de crecimiento y superación que ofrece este país a quien las sepa aprovechar haciendo las cosas bien, respetando las leyes y confiando en Dios y en sí mismo.

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