Emigré a Madrid, lo perdí todo y esto fue lo que hice

Hace cuatro meses que escribí y mandé mi artículo anterior a InmigrantesEnMadrid.com en el que cuento como, tras emigrar de Venezuela a Madrid lo perdí todo. Son casi 120 días que han pasado desde ese momento en el que conté la historia de cómo lo perdí todo, tras venirme como inmigrante de Venezuela a Madrid y cometer grandes errores por ponerme a hacer las cosas como las hacía allá.

Ahora, tras haber llegado a lo más bajo, luego de tener que entregar el piso en el que vivía y mudarme a una habitación, me tocó enfrentarme a una decisión que marcaría mi vida y que determinaría mi futuro, quizás por décadas.

Al verme sólo, sin dinero, sin nada aquí en Madrid y sin nada en Venezuela, a punto de llegar el día de pago de la renta del piso y sabiendo que si me atrasaba en cualquier momento vendrían a sacarme y sólo con 600 euros de capital, el dinero justo para aguantar un mes más en Madrid o pagar el billete de avión de vuelta a Venezuela, tenía que decidir… ¿qué hago? ¿me devuelvo o echo el resto como cualquier otro inmigrante venezolano en Madrid?

Estaba de muy mal humor, me sentía angustiado, sobrecargado emocionalmente y ante tanta presión sentía que no podría pensar con claridad. Así que me fui al supermercado, me compré una botella de Ron Santa Teresa, una Coca Cola de dos litros, un poco de jamón serrano, queso manchego, una tortilla de patatas y me vine al piso, cogí unas hojas de papel bond que tenía aquí en las que supuestamente haría el plan de empresa que nunca hice del negocio (que quebré), y, mientras me tomaba unos cubatas y picaba con jamón, queso y unos pinchos de tortilla; comencé a hacer una lista de pros y contras de ambas cosas, a la vez que disfrutaba uno de los mejores rones de mi Venezuela junto a parte de lo mejor de España, poco a poco elegía, sopesaba, apuntaba, pensaba.

Al final tomé la decisión de hacer lo que parecía más difícil, pero que tenía mejores perspectivas a largo plazo, decidí que haría lo que debía hacer, quedarme en Madrid y comenzar de cero, sin nada, pero que esta vez lo haría todo diferente, usaría las capacidades de emprendimiento que tenemos los venezolanos, pero las adaptaría al mercado y a la forma de ser de Madrid.

Pero me recordé que primero necesito ingresos, porque con estos 600 euros que me quedan no aguantaré más de un mes, o sea, necesito un empleo, y como siempre, la primera reacción fue decirme: “Tu eres profesional, eres experto en tu área, tienes un MBA, has sido un exitoso empresario, no puedes bajar de nivel”, pero de inmediato me di una cachetada mental y recordé que por andar pensando de esa forma es que perdí todo aquí en Madrid y que esa es una mentalidad que me volverá a llevar por el barranco.

Así que me dije que debía abrir mi mente, estar dispuesto a hacer cosas nuevas, diferentes, que nunca había hecho antes, que aquí no importan mis títulos ni mi experiencia, que debo comenzar de cero, y eso hice, comencé a buscar empleo, me di de alta en todas las páginas web de empleo, me postulé en todos los empleos que pude, entregué el piso, me mudé a una habitación cerca del centro, comencé a estirar esos 600 euros lo más que pude, hasta dejé de fumar para poder ahorrar.

Al final, a la tercera semana, cuando ya estaba llegando el tiempo límite para dejar de buscar empleo en mi área y salir a recorrer bares para trabajar de camarero o lavando platos y luego de varias entrevistas, me llamaron de una agencia de publicidad, entré como publicista junior, con un sueldo de 950 euros, pero que me permitirá sufragar mis gastos y ahorrar una buena parte para montar mi empresa más adelante, pero por ahora, iré poco a poco, porque para poder emprender, primero debo conocer esta ciudad bien, y eso sólo lo haré comenzando de abajo.

Mientras escribo esto, ya tengo casi tres meses en mi empleo, me va bien, he descubierto que los españoles son personas muy cálidas, amables y amigables, de hecho, nosotros los venezolanos nos parecemos mucho a ellos, más de lo que quiero reconocer.

El hecho y la moraleja es que, no importa haberlo perdido todo, siempre es posible reinventarse y comenzar desde cero, por ahora, voy bien en esa meta. En unos meses les contaré. Augusto Piazzola.

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