“La soledad me abruma, ya no tengo con quien reunirme los fines de semana y momentos libres porque todos mis amigos se han ido del país”; decía un joven ejecutivo venezolano, soltero, emprendedor y accionista de una mediana empresa familiar distribuidora de licores, tras bastidores en su participación en un conversatorio sobre quedarse en Venezuela y crecer, objetivo de dimensiones titánicas hoy en día.
Esta afirmación es la expresión de una doble realidad, tanto de quien se queda en Venezuela por diferentes motivos y razones como de quien se va por ya no tantos motivos, sino que se comienzan a repetir las causas de la emigración del venezolano, al punto que es recurrente oír dos razones: buscar una mejor condición de vida y salvarnos de lo que ocurre y se agrava en Venezuela.
El periodista Jorge Lanata, de Argentina, presentó un programa audiovisual la noche del 30 de julio de 2017, en el cual mostró una pequeña pero abrumadora parte de la realidad de Venezuela: Hiper-hiperinflación (así la denominó), escasez de todo tipo de productos de consumo, represión violenta por parte de la dictadura a los ciudadanos que protestan, control social por medio del racionamiento selectivo usando para ello la ignominiosa e insuficiente bolsa Clap (una ración de carbohidratos que el régimen vende a algunos sectores con subsidio) que alcanza apenas para una semana o dos, según sea el número del grupo familiar, enormes restricciones a la libertad de expresión (su equipo periodístico debió ingresar al país sin identificarse como prensa y a él no lo dejaron ingresar); también mostró una cada vez más creciente forma de salida de país: a pie por la frontera con Cúcuta.
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Esta forma de salida es la que está quedando por la suspensión de vuelos internacionales y por el altísimo costo de los boletos aéreos con una tasa de cambio de más de diez mil bolívares (diez millones no reconvertidos) por un dólar; las declaraciones y las imágenes de los venezolanos que se quedan y de quienes salen por la frontera, además de presentar la terrible situación de los venezolanos, dejaba ver que ambos grupos están perdiendo un capital relacional pero también que se están creando nuevos tejidos sociales y relacionales, tanto dentro como fuera del país. Por último, también mostró un testimonio de una señora jubilada quien decía que se mantenía con lo que sus familiares que emigraron le envían del exterior.
De toda esta realidad queremos hacer notar la oportunidad, la necesidad y la conveniencia para el inmigrante, de construir un capital relacional en el país que lo recibe para poder no solamente crecer, sino tener salud integral: mental, emocional, física, laboral y financiera.
Cuando un inmigrante llega a su destino comienza a crear nuevos lazos con las personas que quedan en Venezuela, por medio de las plataformas de comunicación de que dispone; y decimos nuevos lazos porque aunque sea con las mismas personas que deja, la forma y la intensidad de la comunicación cambian; también se le abren oportunidades de crear nuevas relaciones en el país receptor; estas deben ser vistas y construidas en forma inteligente.
Es común escuchar, a manera de recomendación (o queja), “No te juntes con venezolanos, son tus peores enemigos”, afirmación esta que es totalmente relativa y que refleja la importancia de que las relaciones que se establezcan deben tener un sentido inteligente y bien direccionado. Tejer relaciones con paisanos es una excelente forma de mantener la identidad, la cultura y los valores familiares del venezolano, esta es una de las razones que deben orientar la amistad con otros venezolanos inmigrantes; recuerda que estamos aprendiendo a ser inmigrantes, de allí los errores y malas experiencias que han llevado a aconsejar evitar a los conciudadanos.
Pero si aprendemos a hacer sinergia con los amigos inmigrantes podemos crear excelentes grupos de aportes e interacciones sanas y enriquecedoras, por ejemplo existen grupos en USA como “Venezolanos de Utah” y de muchas ciudades y estados, quienes se han unido para compartir momentos de venezolanidad (comidas, bailes, cultura, ayuda para conseguir y referir empleos, etc.) y para participar organizadamente en la ayuda a Venezuela, tanto en lo político como en lo económico y social, enviando ayudas humanitarias y de otro tipo.
De tal manera que crear una red de contactos y relaciones sanas con venezolanos puede ser de mucha utilidad y de gran ayuda al bienestar psicológico y emocional para el inmigrante.
Otro tipo de capital relacional de suma importancia es el que se construye con los nacionales del país receptor, en principio suele ser difícil, por diversas razones, pero hay varios caminos para hacerlo. Primero están los vecinos que tienes a tu alrededor, comienza siendo amable, con cortesía y respetando las normas de convivencia vecinal, que de seguro no son tan diferentes a las que tenías en Venezuela, solo que en tu país eran muy relajadas (casi no se cumplen aunque existen) y en el país receptor son exigidas y esperado su cumplimiento, tales como no hacer bulla, no estar con celebraciones hasta la madrugada, mantener las áreas comunas limpias, sacar la basura en el horario que corresponde, etc.
Es bueno ser prudente al iniciar estas relaciones con los vecinos, pero en todas partes del mundo es agradable presentarse formalmente con su nombre y ponerse a la orden, teniendo el cuidado de hacerlo bajo las normas sociales de cada país (cuidado con el saludo venezolano de tocar a la gente y besarla).
Otra oportunidad de crear relaciones es con los compañeros de trabajo o de estudio; estas son más fáciles pero de más cuidado, dado que puede haber intereses competitivos por el desarrollo o crecimiento en el trabajo, mantén la distancia y la prudencia necesarias para que este capital que construyes tenga un sentido profesional y no tan personal, recuerda que es tu compañero de trabajo, no tu amigo, entonces mantén claro este nivel de relaciones; aporta todo lo que puedas, destácate con humildad y excelencia, con honestidad y responsabilidad, porque aunque no lo creas eres un embajador de la venezolanidad y siempre te verán como un extranjero que muestra la idiosincrasia de un pueblo, de ti depende que otros venezolanos tengan oportunidades y sean bien vistos o aceptados.
Adicionalmente están las relaciones que puedes crear con gente que coincide con tus intereses, culturales, deportivos y recreacionales; vale decir las que coinciden contigo en los conciertos, teatros, eventos deportivos, caminata o trote, playas y centros recreativos o turísticos. Estos contactos suelen ser muy casuales, pero al ser de intereses coincidentes son más fáciles de establecer.
Así que presenta tu mejor sonrisa, muéstrate tolerante y amable, construye y aporta para el bienestar de otros y tendrás como contraprestación la creación de un capital relacional que te ayudará a tener una mejor calidad de vida, que en el fondo emigraste en la búsqueda de esto.
Que tengas paz y seas feliz.
Por: Tomás Antonio Castellano / @ViejoCaste en Twitter
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