Así de duro es el cambio de vida que sufre una persona luego de emigrar

Emigrar es una experiencia que cambia la vida de cualquier persona; porque cuando alguien deja su país para aprender y experimentar cosas nuevas, su historia se divide en dos; antes y después de ser inmigrante.

Definitivamente todas las personas que emigran cambian, porque ante los nuevos retos que deben enfrentar descubren cualidades, fortalezas y debilidades que nunca imaginaron tenían. La sorpresa y la incertidumbre son una constante en la vida del inmigrante.

Aunque el cambio es distinto para cada uno, hay algunos aspectos comunes que se vuelven una constante en la vida de los inmigrantes, especialmente en el caso de los Inmigrantes Venezolanos en Madrid:

Adiós a la rutina

Desde el mismo momento que tomamos la decisión de emigrar le decimos adiós a la rutina, pues nuestra vida pasa a ser un cúmulo de emociones, aprendizaje, incertidumbre y de improvisación; definitivamente salimos de nuestra zona de confort. La sensación de comenzar de cero ya no nos asusta, por el contrario, nos gusta conocer nuevos lugares, nuevas culturas y nuevas personas.

Sin apegos

Como inmigrantes crecemos en todos los aspectos de nuestra vida, y una de las cosas más importantes es que aprendemos a vivir sin apegos a nada, pues entendemos que todo en esta vida está de paso y nos sentimos más libres al poder crear lazos con facilidad y también desprendernos de objetos, lugares y recuerdos.

Aprender a valorar

Cuando estamos lejos aprendemos a valorar más a nuestros familiares y amigos, pues entendemos que cada minuto que podamos compartir con ellos, ya sea de manera presencial o por teléfono tiene un gran significado para nuestra vida.

Decisiones

Después de emigrar la primera vez nunca más en nuestra vida tendremos miedo de tomar decisiones, puesto que buenas o malas son nuestras y es lo que queremos para nuestra vida, y de esta manera aprendemos a seguir a nuestro corazón, por muchas dudas que tengamos.

Perder el miedo

Cuando emigramos hay muchos temores a los que nos enfrentamos, por ejemplo, a la indiferencia de las personas en el nuevo país, no conseguir trabajo, perder nuestra identidad, ser olvidado por nuestros seres queridos y muchos más, pero como inmigrantes ya estamos dando un paso adelante a enfrentar estos miedos. Buscamos la manera de tener lo que consideramos merecemos tener y estar donde queremos estar, y con esto ya perdemos todos esos temores que nos embargan, como a la incertidumbre y lo desconocido.

El mundo es mi hogar

Otro de los cambios significativos que experimentamos después de emigrar es darnos cuenta de lo que somos capaces de hacer con solo quererlo y que de esta manera podemos hacer que en cualquier lugar del mundo puede estar nuestro hogar y no solo en nuestra ciudad. Entendemos que el hogar lo llevamos a donde vamos, pues es el conjunto de personas, cosas, experiencias y sentimientos de los que nos rodeamos en determinado momento de nuestra vida.

La distancia refuerza los lazos familiares

Lejos de romper los lazos familiares, después de emigrar aprendemos que la distancia puede reforzar esos lazos y en muchos casos las relaciones con nuestros familiares mejoran y trascienden a cosas más profundas e importantes.

En definitiva, después de que emigramos, nunca más volvemos a ser los mismos, pues crecemos desde el punto de vista personal, espiritual, profesional y social.

¿Y tú, en que has cambiado después de emigrar? Cuéntanos tu experiencia en los comentarios que seguro será de gran ayuda para muchas personas.

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