El mundo actual, que está orientado hacia la actividad, nos lleva a buscar el sentido de la vida en lo que hacemos, y casi lo encontramos. Es casi como si siempre tuviéramos que esperar lo próximo que va a suceder. En enero empezamos un año nuevo; las compañías definen sus presupuestos y objetivos comerciales; las familias terminan sus feriados de Navidad y Año Nuevo buscando algo nuevo y fascinante, mientras el invierno despliega sus gélidas mañanas y el verano en otra latitud brinda el calor acogedor. Luego llega la primavera, con el regreso de los prados y las flores y las reuniones familiares para celebrar la Semana Santa y la Pascua de Resurrección. Después llegan los exámenes de fin del año escolar y las celebraciones de graduación.
Con el verano, el pensamiento se dirige tal vez hacia las vacaciones familiares, un día de playa o un viaje para visitar a parientes. Luego llega el otoño, con el comienzo de un nuevo año escolar, el Día de Acción de Gracias y el Día de Todos los Santos, mientras las tiendas empiezan a llenarse de decoraciones navideñas. Antes de darse cuenta, uno ya está preparándose para la Navidad y el principio de todo un año nuevo. Pero ¿es este ciclo interminable de actividades todo lo que hay en la vida? ¿Se encuentra el sentido de la vida en vivir más de 70 u 80 de estos ciclos anuales?
En cierta manera, sí. Muchas de estas actividades nos comunican un sentido de propósito en la vida, especialmente las que nos ayudan a reforzar los lazos familiares y las amistades. Pero ninguna de estas actividades puede darnos una satisfacción completa ni una felicidad duradera; ninguna de ellas es capaz de satisfacer los anhelos más profundos del corazón humano. Esta es la razón por la cual tantas personas que parecen tener todo en la vida -como León Tolstoi- experimentan una crisis a los 30,40, 50 y 60 años, o bien luchan contra la tristeza, la depresión o se sienten perdidas y desorientadas en las diversas etapas que impulsan su evolución.
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Es tiempo de atinar la cura al sinsentido. La mayoría de religiones ligan el sentido de la vida en otras vidas (escatología). Para los judíos, por ejemplo, el objetivo de los hombres es servir y adorar a Dios, ser fieles a su pacto, iniciado con Abraham. En el Corán se afirma igualmente que el único propósito con que Dios creó a los seres humanos es que la adoraran (67: 1-2). Todo buen musulmán debe comprender y actuar según los cinco pilares del islam para no condenarse.
Para el cristianismo obedecer los preceptos divinos también es la única vía para obtener la salvación, que da significado a toda la existencia porque al Paraíso o Cielo la persona alcanza la máxima felicidad posible que es la posesión del mismo Dios. El sentido de la vida, entonces, es preparar la otra vida, obrando correctamente. La vida terrenal, del cuerpo, es finita pero la del alma es eterna (donde se observa una fuerte influencia del idealismo y el desarrollo del poder).
Las religiones orientales preparan otra vida, pero entendida también como física. La persona posee un atman o alma que puede progresar si se actúa bien, reencarnando en un ser superior, o bien volver a nacer como un ser inferior. El objetivo final es liberarse del ciclo de reencarnaciones eternas. A menudo la progresión del alma se ata a la superación del deseo. El hinduismo considera que el sentido de la vida es el autoconocimiento, por entender que la propia alma forma parte de Braman, que todo es uno, doctrina que fue adoptada por los griegos y partidarios del gnosticismo.
De todas estas visiones, la Cristiana y la Budista tienen piezas que han nutrido mi Ser y conforman mi neoespiritualidad. Agustín, el gran desorientado empieza sus Confesiones describiendo la egocéntrica y vacía vida que llevaba, y luego recorre su vida hasta su conversión al cristianismo a los 32 años.
Durante esta parte de su vida, Agustín trató de encontrar el significado de la vida en la filosofía, la astrología, el placer e incluso en una carrera académica exitosa. Un día al leer el siguiente fragmento “Actuemos con decencia, como en pleno día. No andemos en banquetes y borracheras, ni en inmoralidades y vicios, ni en discordias y envidias. Al contrario, revístanse ustedes del Señor Jesucristo, y no busquen satisfacer los malos deseos de la naturaleza humana” (Romanos 13,1314) el Despertó.
En ese momento, la resistencia que oponía finalmente se rompió, y Agustín, el desorientado se rindió por completo a Cristo. Había encontrado la respuesta a las preguntas de la vida en el mensaje de la Palabra de hombres inspirados por Dios. ¿Por qué ninguna de estas actividades es capaz de saciar nuestros anhelos más profundos? ¿Por qué no pueden comunicarnos el sentido más profundo de nuestro vivir? Quizás San Agustín lo dijo mejor cuando, dirigiéndose al Señor, escribió: “Nos hiciste para ti, y nuestro corazón anda desasosegado hasta que descanse en ti” (Confesiones I, 1).
El Orientalismo me dio luz, en la mitología alegórica del escarabajo pelotero en él que inspira la deidad egipcia Khepri, cuya misión es la de empujar el Sol a través del cielo cada día para salvarlo de la noche y protegerlo hasta la jornada siguiente y que encarna el renacimiento, la transformación y la trascendencia.
En la vida real, el escarabajo pelotero es un insecto especializado en transformar porciones de estiércol en bolas rodantes que, con la ayuda de las feromonas con las que las rocía, atraen a las hembras que acuden a ellas para aparearse y depositar los huevos en su interior. Todos tenemos, “heces en nuestras vidas” que podemos transformar en algo bello, así como la capacidad de encontrar una motivación a nivel biológico, emocional, mental y espiritual. Estos curiosos coleópteros que son capaces de orientarse en la noche siguiendo el rastro de la Vía Láctea, nos evocan la dualidad entre Decidir Ser desde el sentido resiliente y el No Hacer desde la ignorancia.
La sociedad evoluciona para alcanzar cada vez una mayor unión respetando la libertad personal. Esta evolución se puede guiar con la voluntad de cada uno, mediante la educación y el control de las emociones y conductas negativas que causen dolor en otros (Por ello el desarrollo de técnicas de control emocional, autoayuda, Filocoaching, etc). El sentido de la vida puede ser contemplado en una dimensión individual pero también colectiva y en el progreso de la civilización.
El sentido de la vida constituye una cuestión filosófica sobre el objetivo y el significado de la vida, o de la existencia más en general. Este concepto se puede expresar a través de una variedad de preguntas, tales como ¿Por qué estamos aquí? o ¿Qué es la vida? A menudo tenemos indicadores de que no estamos en el camino adecuado en forma de irritabilidad, tristeza, ansiedad, dolor, insomnio, fatiga, explosiones de agresividad, desmotivación, sobre ingesta de alimentos, tensión, acumulaciones, etc.
Debemos interpretar correctamente estas señales de alarma ya que nos están avisando que estamos pagando un sobrecoste por el estilo de vida que llevamos y que posiblemente, sea mejor revisar el sentido de nuestra vida y trazar un nuevo camino. El sentido de la vida cambia con la vida que decidimos llevar. El sentido de la vida no sólo cambia de una persona a otra: cambia también en función de la edad, del contexto, de la cultura en la que está inmersa cada una; cambia teniendo en cuenta las creencias y las experiencias.
Sentido es una palabra que me encanta, que tiene muchos significados preciosos para aplicarlos a nuestra disertación del sentido de la vida. El castellano habla del sentido en varias formas. El primer sentido del sentido es lo que se podría llamar el sentido direccional. El sentido que caracteriza una dirección, la dirección del movimiento. Se habla del sentido del viento, del sentido de las agujas de un reloj, un sentido que va en una cierta dirección, de sentido único, del sentido de una corriente….
El sentido es algo que va en una cierta dirección, como nuestra vida, por supuesto. Nuestra vida es un movimiento, una extensión entre el nacimiento y la muerte. Este es nuestro camino, esta es nuestra corriente. Y la pregunta que se plantea es adónde conduce ese sentido, ¿conduce a algo, a nada?, ¿conduce a propósitos, despertares, nuevos territorios y personas? Ese es el sentido direccional que ayuda a entender que ya hay esa dirección inherente a la vida misma. En lo personal mi centro de gravedad es el Estado Anzoátegui, Capital americana de la Cultura 2018 y corazón del Oriente Venezolano, y desde allí me engrano al segundo sentido.
El segundo significado del sentido, que es el que yo llamo el sentido significativo. El sentido es lo que las cosas quieren decir. El sentido es la interioridad de una palabra, es lo que ella leva. Un acontecimiento, por ejemplo. Se puede hablar del sentido de un acontecimiento, de lo que significa. En inglés, por ejemplo, se hace una distinción, en este punto, entre meaning y purpose. El sentido es el meaning, lo que algo significa, lo que algo trae, lo que algo lleva, mientras que el purpose es la dirección también, el fin de un significado.
Quiero aprovechar este doble sentido en inglés para decir que el sentido significativo de la vida es un sentido que ya hay en la vida, que trae la vida y que la atrae como una finalidad, como un purpose puede dirigir a alguien hacia algo, puede agrupar a personas en torno a algo. Entonces el segundo sentido del sentido es el sentido significativo. Es en este sentido significativo donde caben los mentores, despertadores desde lo filosófico hasta lo espiritual para activar un grado amplio de Comprensión, este es el centro de mi trabajo y misión.
Hay un tercer sentido del sentido. Es mi preferido. En esto el castellano es muy esplendido. El sentido no es solamente la dirección del movimiento o el significado que trae algo, el sentido es también la capacidad de captar algo. Es lo que llamo el sentido sensitivo. El sentido es aquí la capacidad de sentir el sentido. Se habla, por ejemplo, de los cinco sentidos, que son nuestras ventanas al mundo.
Nuestros cinco sentidos, el Vak de las neurociencias, el gusto, el tacto, el olfato, el oído… son la capacidad que tenemos de sentir las cosas. Y se usa, naturalmente al ser niños pero se va bloqueando. El sentido sensitivo, en un modo metafórico cuando se habla del sentido del tacto, el sentido moral, del sentido de lo conveniente, el sentido de las cosas: hay gente que tiene sentido para el hedonismo, para el arte, la ecología o la espiritualidad. Allí hablamos de talentos múltiples, capacidades de apreciar las cosas, acogerlas y degustarlas. Lo que se aprehende con los sentidos es siempre un sentido vivencial que ya hay en las cosas y algunos utilizamos este método para activar Vivencias indelebles, así como esta.
Les comparto una anécdota, hace una década en un jardín en Galipan me impresionaron unos girasoles que captaron mis sentidos. Los girasoles, el nombre lo indica, se giran mirando el sol. Y mirando eso capte que miran el sol. Y me dije, ¡Elsita, Elsy, por Dios, qué movimiento más sensato y sublime! Hay un movimiento de la flor hacia el sol que no tiene nada de construido, que lo hace la flor por sí misma. La flor siente algo, y ese algo que conduce a la flor para su supervivencia a girar hacia el sol, porque eso es mejor para la flor. Por tanto, hay sentido ya en la vida, hay capacidad de sentir el sentido en la vida, ya hay movimiento sensato en la vida.
Desde ese momento siento y descubro la misma experiencia dejándome guiar por el Sol, por la Luz, por la Conciencia Individual y la Conciencia Universal. Por todo esto el Gayatri Mantra (Himno a la Conciencia), oración más antigua del planeta me centra con mi triple sentido cada día: “Pueda ese Dios eterno, nuestro creador, la realidad independiente, el digno de adoración, el que no tiene principio, luz de la sabiduría y de la verdad; Ese Dios que se manifiesta a través del Sol, ese Dios propiciado por los dioses más sublimes, aquel que otorga sabiduría, dicha y vida eterna: en su luz meditamos nosotros. Pueda nuestro intelecto sea iluminado por la luz de Dios”.
¿Cuál es el sentido de la vida?¿Para qué estamos aquí?¿Cuál es el origen de la vida? ¿Qué es lo significativo y valioso en la vida?¿Cuál es el valor de la vida y que viniste a donar?¿Cuál es la razón para vivir, tu misión, ? ¿Quién es tu despertador y a quienes te toca despertar?
El ser encuentra en la nada, la irradiación de su verdad: una verdad que gira entre la nada y el ser, entre el ser y la nada, cíclicamente. Biológicamente nacimos por el sol, somos polvo de estrella de la vía láctea y un día regresaremos, mientras, debemos encontrarnos, conocernos, anclar el triple sentido y decidir Ser. Céntrate con sentido para que tengas un año pleno. ¿Cómo está tu sentido direccional, tu sentido significativo y tu sentido sensitivo? ¿Cada día pregúntate sobre tu renacimiento diario, sobre la transformación y la trascendencia? El Sendero del Sentido Pleno desde Mindfulness es una Extraordinaria vía para la congruencia del Ser, recorrerlo es tu decisión.
¡Gracias por Ser, Estar y Existir! En sintonía Elsy Mata Marcano @elsymatamarcano [email protected] Whatsapp: 0058 412 941 79 03 Facebook: Elsy Mata Marcano VISITA: www.fundacionarmoniaglobal.com.ve www.pnleando.com.ve
Elsy Mata Marcano. Dra. en Filosofía. Locutora Profesional. Ecologista. Máster Trainer en PNL e Inteligencia Emocional. Trainer Coach. Instructora en Mindfulness y Meditación Zen. Activista por los DDHH y por la Paz Mundial. Especialista en Liderazgo y Comunicación. Escritora. Articulista Nacional e Internacional de Revistas y Diarios. Conferencista.
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