«La tierra es femenina»; por @GeraldoMeneses

Dos mil dieciocho años después de Cristo la sociedad mundial aún debate sobre las competencias físicas y mentales entre hombres y mujeres, una cuestión que para un grupo de personas parece una pérdida de tiempo, para otros una locura y unos cuantos ni se interesan; la verdad, o por lo menos la más pragmática, es que todavía es inverosímil mantener una pelea sobre este aspecto que sin dudas es inocuo, pero a su vez superfluo ante los retos que demanda un planeta globalizado y arropado por una crisis entre humanos, que no podemos hallar dentro de nuestra propia fuerza el hecho sencillo, o significativo, que la solución a todos los males radica en el punto del respeto y la valoración por los demás; partiendo de ahí podremos comprender el verdadero concepto de la raza humana y, ejemplarizar que entre hombres y mujeres sólo hay diferencias en cuanto a la anatomía física, pero que cada uno representa un valor inigualable para sortear todos los problemas que ya padecemos y aquellos que se nos vienen encima.

Pero para los más ortodoxos, y otros apegados al mero realismo competitivo, en este caso, los hombres cegados y en el fondo inseguros de su propia condición existencial: las mujeres están gobernando el mundo desde hace rato. Y no parece ser una exclamación feminista, sino una verdad inocultable; pero más allá de ello, que es debatido a diario, lo más importante es ir al centro que demuestre la contundencia de lo dicho. Entonces, miremos alrededor e iniciemos la comprensión; no se trata de una mera estadística en el hecho que hay más mujeres que hombres en todo el mundo, sino en el punto de la inflexión que hacia las damas se está evidenciando lo cotidiano.

Cada día las mujeres asumen responsabilidades que para ellas antes parecían vetadas, desde el rol conciso de las riendas de un hogar más allá del honor de ser “amas de casa”, hasta asumir la presidencia de una nación y ser además fundamental dentro de la geopolítica internacional que puede o no desencadenar un accionar global, como el caso de Angela Merkel en Alemania, que ha catapultado a su país entre las cinco economías más prósperas del planeta y sabido manejarse con prudencia sosteniendo alianzas claves que la mantienen en lo alto dentro de un liderazgo que hasta hace unas décadas atrás lucía insólito después de dos guerras mundiales y de la participación de la política alemana en ellas. Y aunque el panorama se le ha complicado a Merkel con el resurgir del populismo fatuo en Europa, ella puede contener aún con su fuerza cualquier intento de socavar lo que ha alcanzado, desde el respeto y la inteligencia.

Cada día luce menos sorprendente ver a las mujeres en puestos de poder, y hasta las grandes organizaciones corporativas han adoptado dentro de su manual de operatividad el hecho de proporcionar a ellas cargos claves para buscar la calidad y orden que reflejen mejores resultados productivos.

Por otro lado, y aunque en algunos casos, por el momento, parezca humillante, las revelaciones sobre acoso sexual en todo el planeta está desnudando un pasado oscuro que se dejaba en secreto por el poder asociado sólo al género masculino; estas denuncias y exposiciones marcan el inicio de un nuevo esquema que reflejará el derecho a la libertad y a la protección de las mujeres, pero que en el fondo debe tomarse como el amparo a todos los seres humanos independientemente de cómo acepten su sexualidad o género. En éste último tema también los avances son significativos, y periódicamente son muchos los países que se abren al hecho legal de aceptar las preferencias de género de cada persona sin que las mismas pierdan sus garantías como ciudadanos.

Algunos psicólogos admiten desde un estudio sistemático sin una conjetura acusadora que los hombres destruyeron al mundo y que es la hora de las mujeres desde su amor reconstruirlo. Quizás suene muy peyorativo este hecho, y es discutible, pero en el fondo sólo quiere demostrar que es el tiempo de las competencias femeninas, esas que siempre respiran antes de actuar, que saben diferenciar entre problemas reales de aquellos no tantos para saber las soluciones necesarias, pero que en todo instante buscarán la intermediación con los hombres que deben mantenerse firmes en su lucha por lograr los cambios necesarios pero comprendiendo el mero hecho de compartir un lado con sus pares femeninos para hallarlos con la mejor precisión; y si todavía lo dudan, es justo voltear hacia Arabia Saudita donde el trato hacia las mujeres deja mucho que desear todavía, pero en la evolución del tiempo parece que se ve un nuevo horizonte donde los derechos tienen protagonismo. Falta mucho por hacer, pero sinceramente parece cierto que “es el momento”.

Por: Geraldo Meneses / @GeraldoMeneses en Twitter