La emigración es un proceso motivado por múltiples razones, dejando claro que emigrar implica dejar todo atrás, echar raíces y no regresar jamás al lugar de origen. Voy a tomar un ejemplo de la historia universal (o del imaginario universal), se trata de El Patriarca Judío Abraham y su sobrino Lot.
Cuenta la Biblia en el libro del Génesis que Abraham salió de Ur de los caldeos, dejando su tierra y su parentela, cargando con todas sus posesiones, su familia y su ganado, era un joven sin hijos aún, así que se llevó con él a su sobrino Lot. Luego de un tiempo y recorrido el tío y su sobrino se separaron debido a problemas de convivencia y diferencias de intereses migratorios, de tal manera que Abraham tomo un rumbo diferente al de Lot, quien terminó instalado en las ciudades de Sodoma y Gomorra.
Abraham emigró como un emprendimiento en el cual buscaba desarrollo, dar a sus futuros descendiente (quienes aún no habían nacido) una tierra de oportunidades y calidad de vida. Tal vez Lot solo siguió por emocionalidad a su joven tío y terminó en un país del que, como veremos, debió salir huyendo.
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La historia de Abraham podemos resumirla hoy en que se convirtió en el padre del mundo árabe y Judío; sin embargo Lot se perdió en la historia y solo recordamos que su esposa quedó convertida en una estatua de sal por mirar atrás mientras huían de la destrucción de Sodoma y Gomorra.
De aquí que podemos tomar la migración de Lot como algo que no tuvo sustentabilidad al tomar decisiones emocionales y su última mudanza (re-emigración) la hizo huyendo para salvarse; contrario a la migración de Abraham quien convirtió cada problema en una oportunidad, mostrándose resiliente y sabio en la toma de decisiones, en la administración de sus recursos y en la forma como se relacionó con los propios de cada lugar y en el cumplimiento de sus leyes, así como en la adecuación cultural.
Traemos a colación estas historias debido a lo que hemos observado en las conversaciones de los grupos de Facebook de inmigrantes en Colombia y Perú, en los cuales vemos a venezolanos plantear diferentes facetas de la migración de esta depauperada tierra. Hay ya un estado de desesperación que ha convertido la emigración en una verdadera huida, sin recursos ni para el pasaje en bus. Este jueves 16/11/2017 salió en caminata (y no por deporte) un grupo de jóvenes venezolanos desde Punto Fijo, estado Falcón, hacia el sur del continente, sin dinero para pasajes, comida, ni nada más, configurando así el más puro concepto de “Desplazados”, desde un país diezmado por el hambre, la escasez, la ausencia de oportunidades y desaciertos políticos de la oposición formal. Ninguno lleva un destino fijo, no saben hasta dónde llegarán, pero están dispuestos a huir para salvarse.
Eso me recordó a Lot huyendo de Sodoma y Gomorra, las cuales fueron destruidas con fuego del cielo, con “una mano adelante y otra atrás”, sin planificación alguna, con sus dos hijas recién salvadas de una violación sexual tumultuaria y una esposa que quedó en el camino, mirando hacia atrás. Por supuesto que siendo quien esto escribe un observador, estudioso y con experiencia en este proceso migratorio por más de once años, no es posible mantenerme ajeno a esa forma trágica de emigrar, aunque plenamente justificada.
Hace rato que pasamos el punto de “sálvese quien pueda”, la situación de enfermedad, hambre, persecuciones y deterioro agigantado de la posibilidad de vida, no solo de oportunidades, es más que suficiente para comprender la estampida migratoria por las fronteras con Colombia y Brasil; mientras otros que pueden pagar todavía sus boletos aéreos copan los pocos vuelos que salen desde Venezuela. El cuadro es dantesco.
Pero volvamos a lo motivacional, si todavía tienes como hacerlo, replantea tu migración al estilo de Abraham, en emprendimiento, adaptación, resiliencia, y sin mirar atrás, me cuesta decir que sin pensar en quienes quedan atrás porque es muy duro y prefiero dejar tu mente abierta a la posibilidad de llevarte a tu familia en “reagrupamiento familiar” algún día, cuando ya tu estabilidad migratoria te lo permita, así como ayudar, si puedes, con el envío de aunque sean diez dólares para paliar el hambre de tu familia, o algún tipo de ayuda humanitaria; sin embargo prepárate para dejarlos atrás como pasa en la guerra. ¿Te suena dramático? ¡Lo es!
Evita cometer el error de mantener tu mirada en Venezuela, fíjate que la canción de “Cuando salí de Cuba dejé enterrado mi corazón…” ha sido una quimera de más de 60 años y muchos ya han fallecido en el extranjero sin haber podido disfrutar plenamente del hecho de haberse salvado de la ignominia comunista de Cuba.
Venezuela ya lleva más de 18 años y la caída no parece detenerse, lo que avizora el mismo destino de Cuba. Así que móntate en el camino de la legalidad, la transformación de tu mente, la transculturización, el aprendizaje del idioma y el trabajo honesto y productivo, para que acortes los tiempos y vivas la vida que tienes en las manos; recuerda, la vida es lo que cada día tienes, no es el futuro que construyes, sino el ahora que tienes, disfrútalo.
Aún hay tiempo de hacer tu migración ordenadamente, pero debes ser realista. Ya quienes estamos en Venezuela tenemos el estilo de vida del inmigrante recién llegado; gastamos solo en lo que se come, nada de lujos, ni de ropa nueva, alejados de los centros de diversión, sin llamar mucho la atención, recogidos temprano en casa y monotemáticos. Algunos con grandes aspiraciones de cambio y engañándose a sí mismos con falsas expectativas y atacando a los que emigran con envidia y resentimiento. Ya somos una sociedad casi al borde de lo presentado en la película “Mad Max”.
Todavía puedes cargar con todas las posesiones que logres vender (al precio que te paguen) y que logras pasar por la aduana atestada de ladrones con carnet rojo y uniformes. Aún puedes ingeniártelas para no salir como Lot de Sodoma, sino como Abraham desde Ur.
Sé que la mayoría de quienes leen este artículo ya están fuera del país, ya son inmigrantes, extranjeros; sin embargo les presento esta visión catastrófica para que se desanimen a regresar al lugar que dejaron, porque si cuando se fueron era poco atractivo, hoy es un lugar tenebroso rodeado de muerte y destrucción.
¿Quieres que te dé esperanzas?… Lo siento, ya no hay esperanzas en Venezuela. Basta con ver las acciones y declaraciones de los dirigentes de la oposición formal y escuchar a la gente en las paradas de autobuses esperando la caja de comida, la beca o la pensión, para concluirlo. Es inaceptable que la dictadura tenga más de 30 % de apoyo en la población y que el muerto eterno tenga más del 56 % de popularidad.
No te conviertas en estatua de sal. Crece y desarróllate.
Por: Tomás Castellano / @ViejoCaste en Twitter e Instagram
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