«En Venezuela se cierra la brecha para emigrar»; por Tomás Castellano (@ViejoCaste)

Es por muchos conocida la metáfora de la forma para cazar cerdos salvajes, la cual termina con un encierro total a la presa. Esto tiene al menos dos dimensiones interpretativas, la primera es el resultado del sostenido e imparable sistema de acostumbramiento que en el caso de Venezuela, el régimen castro-comunista ha implementado desde el primer día cuando llegó al poder, lo que ha hecho que se instalen de manera tal que parece imposible de sacarlos, tan es así que a muchos de quienes adversamos a la dictadura nos parece que solo con la ayuda internacional concreta podremos salir de esta ignominia oprobiosa, y conste que no hemos dejado de luchar en las formas que creemos pueden ser eficaces.

La otra dimensión podemos asociarla al venezolano que ha decidido emigrar y los está haciendo por etapas o por grupos, de forma paulatina, es decir, primero se va una porción de la familia, luego otros mientras llega el momento o las condiciones para que todos salgan.

Algunos han enviado a los hijos adelante, otros han decidido que se vaya adelante como un heraldo el que tenga la mayor capacidad de producción o las mayores posibilidades de iniciar la plataforma que llevará a los demás, mientras desde fuera ayuda a que esto suceda. Me atrevo a afirmar que la mayoría no ha hecho este tipo de programaciones, sino que cada quien ha salido como ha podido, esto lo digo por la cantidad de familias cuyos miembros han tomado destinos diferentes, sea en un mismo país, pero diferentes ciudades o en diferentes países o continentes.

Hemos observado con atención este proceso desde 1999, cuando los más lúcidos intérpretes de la realidad sociopolítica olfatearon la imposición del régimen castro-comunista en Venezuela, entre ellos muchos quienes habían apoyado al intergaláctico traidor y mentiroso, que al sentirse engañados pusieron pie en polvorosa y se instalaron en otros países, cuando las barreras migratorias no eran tan severas como hoy, cuando ACNUR ya nos considera desplazados y las solicitudes de asilo llueven en todos los países, la mitad de las aerolíneas internacionales ya no tocan Maiquetía y el acceso a la divisa es severamente reducido.

Tal vez lo expresado en el párrafo anterior sea suficiente para concluir lo expresado en el epígrafe de este artículo, sin embargo es importante describir o narrar algunas variables que nos llevan indefectiblemente a concluir que se cierra la brecha para emigrar, además, paradójicamente también se cierra la brecha para quedarse, la vida del venezolano común (no entran en esta categoría enchufados ni miembros del medio y alto gobierno dictatorial) se ha tornado primitiva y animal, algo así como solamente vivimos para comer y aparearnos.

Por cierto, que este apareamiento es cada vez más riesgoso porque se hace evitando reproducirse, dado que un nuevo miembro en la familia es algo casi insostenible, sin embargo ese riesgo aumenta por la dificultad para conseguir pastillas anticonceptivas o acceder al costoso condón. Así como vimos en las reseñas del terremoto en México cuando colapsaban los edificios y había espectadores-víctimas afuera, con víctimas mortales dentro, siendo aplastados por el derrumbe, asimismo está colapsando Venezuela: la escasez de la comida es increíblemente alta. La dieta del venezolano se ha reducido a muy pocos productos, tal vez contados con los dedos de las manos.

¿Lo dudas? Te hago una lista de lo que se ve en los mercados: Carne, pollo, pescado, cerdo, caimán (baba); pudiera parecerte que eso es una lista completa de proteína animal, sin embargo, no son todos los cortes de carne, ni los de cerdo, los pescados son solo el “chere- chere”; los vegetales: repollo, lechuga, celery, cebollín, ajo porro, perejil y cilantro, tomate, cebolla, papa, ají, y cuatro verduras (ocumo, yuca, ñame y auyama).

Además, la otra parte complicada es lo altísimamente costoso de cada producto, aunado al severo problema de la ausencia de efectivo junto a la carencia de puntos de ventas y las líneas de estos colapsadas e ineficientes.

Para tener una idea de costos, con el salario mínimo más cesta ticket, el cual es el salario del 80% de quienes están empleados, solo puede comprarse un kilo de arroz, un kilo de harina de maíz, un kilo de harina de trigo, un kilo de costillas de res, un kilo de carne molida, un repollo, un kilo de tomate, un kilo de cebolla, un kilo de “monte verde ligadito”, un kilo de pasta, un litro de aceite, un cartón de huevos, un kilo de queso blanco, tres panes canillas, 400 gr de café, un kg de leche; ¡NADA MÁS!

Como verás esto solo alcanza, estirándolo mucho, para diez días de alimentación en una familia de TRES personas. Notemos que no se incluye detergentes, jabón de tocador, crema dental champú, pasajes para ir al trabajo o colegio, ni nada que se te ocurra. Te puedes preguntar ¿cómo está haciendo el desempleado? Está comiendo de la basura y de la caridad que es poca. ¿Medicinas? con una cajita para diez días de pastillas para la tensión se va la mitad del salario (o de la pensión).

Con lo anterior solo quiero presentarte un pequeño esbozo del colapso de las personas. Pero también están colapsando los sistemas del país: el gas escasea, pero además a este gas doméstico no se le están agregando los aditivos que detectan una fuga por el olor, lo que ha generado incendios con víctimas fatales en todo el país, la gasolina es de provisión intermitente, sin los aditivos que garantizan su combustión completa, lo que hace que el país huela a laguna de lastre petrolero.

Te presento estos dos renglones porque, como sabes, somos un país gasífero y petrolero, siendo este sector el que mantiene los demás sistemas. Tampoco es eficiente el acceso a Internet, el agua llega a veces, la electricidad es tan inconstante que todos los días hay daños en los electrodomésticos, ascensores, bombas de agua, etc. La escasez de dinero en efectivo es tan grave que hasta algunos heladeros de carritos aceptan pagos vía transferencia electrónica.

Un médico de la familia, ante la ausencia de medicinas para la tensión, para la tiroides, entre muchas, nos recomendó que bajásemos las dosis a la mitad para “hacer rendir lo que nos queda en casa”.

Obviamente la cosa es para salir corriendo del país, porque eso de tomar las calles ya demostró que es una forma de morir rápido. Pero ¿cómo se sale ahora del país?, reunir mil dólares requiere de más de 20 Millones de bolívares, luego si los completas antes de que suba, no consigues quien te los venda; vender un carro para comprar divisas tal vez permita reunir para comprar dos mil dólares (no estoy hablando de enchufados), conseguir comprar boletos es toda una odisea, renovar el pasaporte es casi imposible, obtener una nueva visa para cualquier país es titánico, todos te dicen “usted no puede garantizarnos que no se quedará en nuestro país”, claro! si me estoy fugando de la muerte!

Las salidas por tierra, vía Colombia y Brasil, han llevado a estos países a crear campamentos para refugiados o centros de ayuda alimenticia para los venezolanos desplazados.

Entonces, tú que ya lograste salir del infierno venezolano, no mires para atrás, los que nos quedamos atrás nos encargaremos de enterrar a los que vayan cayendo, o mejor dicho, de incinerarlos porque un entierro decente es todo un privilegio. No es juego, no es alarmismo, es una realidad avasallante.

También puedes preparar espacios y recursos para ayudar a quienes logren salir de ahora en adelante. Te recuerdo que los cubanos en el exterior hicieron la “Misión Peter Pan” para salvar a muchos niños y llevárselos. ¿Hará falta y será posible una “Misión Cerdo Salvaje” para ayudar a tu familia o amigos? ¡Dios nos ayude!

Por: Tomás Antonio Castellano / @ViejoCaste en Twitter