Por segunda ocasión en el último año me sucede algo similar que me lleva a pensar que, sin lugar a dudas, el sitio al que emigras es determinante en las posibilidades que tienes de adaptarte, arraigarte y sentirte a gusto.
En febrero del año pasado, en consonancia con el hecho de que la nueva Asamblea Nacional parecía que haría algo para lograr un cambio en Venezuela, hice una pregunta en los tres grupos de Facebook que administramos: “Inmigrantes Venezolanos en Madrid”, “Inmigrantes en Chile” e “Inmigrantes en Panamá”, y las respuestas que recibí me pusieron a pensar que, definitivamente, la decisión de irnos de Panamá fue la adecuada.
La pregunta en cuestión fue: “Si hay un cambio en Venezuela ¿volverías?”. Las respuestas fueron variopintas, pero puedo decir que en cada grupo específico hubo una tendencia muy clara.
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La gran mayoría de las personas del grupo de Panamá fueron muy tajantes al decir que sí volverían. En el caso de Chile, la mayoría dijo que primero tendrían que dejar pasar un tiempo. Sin embargo, los de Madrid respondieron mayoritariamente que no regresarían al país.
Hago la introducción anterior porque el pasado 11 de junio escribí un artículo en mi blog “EnriqueVasquez.org” en el que decía que es difícil que los venezolanos que emigraron regresen a Venezuela después que caiga la dictadura chavista y se recupere la democracia. No hablaré aquí de ese artículo, pero pueden leerlo en este enlace: ¿Volver a Venezuela si hay un cambio? Razones por las que no vale la pena.
En esta oportunidad descubrí algo que me sorprendió aún más que la primera vez y es que, definitivamente, el entorno afecta la calidad de vida. El post, como supondrán, recibió comentarios de todo tipo. Los más respetuosos provenían, mayoritariamente, de venezolanos radicados en Madrid; quienes dieron sus opiniones basándose en el respeto y la tolerancia.
En el caso de Chile ocurrió algo similar, pero una vez más hicieron hincapié en que primero habría que ver cómo evoluciona la situación, porque “el país está muy dañado”. Tal vez uno o dos me acusaron de antipatriota o algo por el estilo.
Llama la atención que en esos dos casos privó el respeto y la tolerancia, siendo que son personas que están en países en los que la xenofobia es baja y la integración de los extranjeros es muy buena, rápida y tienen las mismas oportunidades que los nacionales para acceder al mercado laboral o educativo.
Estas reacciones me permiten inferir que, una parte muy representativa de los venezolanos que están en España y Chile, se sienten a gusto en esa sociedad, están integrados, y probablemente no han recibido malos tratos o actitudes xenofóbicas contra ellos. Entienden que están en un país libre y, por lo tanto, en líneas generales (siempre hay excepciones), se sienten más felices que cuando vivían en Venezuela.
En el caso de Panamá, el feedback es totalmente diferente. Muchas de las reacciones que vienen con una carga de odio, rabia, frustración e insultos que ya ni siquiera las personas que están en Venezuela te dicen. Me comentan cosas como “eres un maldito chulo, a mi país no regreses porque ya no es tuyo”, “cierra esa bocota que Venezuela no te necesita”, “eres un traidor”, “maldito pajúo el que escribió esto”, “por gente como tú es que Venezuela está rayada, cierra la jeta”, entre muchas otras que no vienen al caso, que me demuestran que la situación que están viviendo nuestros compatriotas en Panamá es muy dura; y que el entorno xenófobo, agresivo y de maltrato hacia ellos traspasa y los hace sentirse mal y atacar de la misma forma a cualquiera que opina algo con lo que no están de acuerdo.
Más allá de confirmar que irnos de Panamá fue lo mejor, también confirmo que la situación allá está terrible y que hay muchos venezolanos viviendo las de Caín en el istmo. Por lo que les deseo que ojalá logren salir de allí tan pronto puedan.
En cuanto al planteamiento inicial del post, si bien esto no es un estudio científico, sí muestra una pequeña tendencia de que el país al que te vas (la sociedad a la que emigras) es determinante para tu felicidad al momento de estar en otro sitio, lejos de los tuyos y tratando de forjarte un futuro, por eso más que nunca es demasiado importante elegir tu destino. Hay quienes, con un poco de suerte, pudimos irnos a otro lado, pero están los que no tienen cómo y les toca vivir sintiéndose peor de lo que estaban en Venezuela.
Escrito por Enrique Vásquez
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