«El Inmigrante, estereotipos e imagen personal»; por @ViejoCaste

Los estereotipos son modelos que se van construyendo en función de factores externos e internos del individuo, que generalmente están basados en ideas sin fundamento cognitivo, no experiencial y suelen ser producto de falsas creencias compartidas. Decía mi profesor de publicidad que en la realidad los estereotipos no existen y es por ello que nunca logramos alcanzar ser como los modelos que los medios publicitarios proponen. No obstante, su irrealidad tiene impacto en la sociedad y en las personas, dado que siendo de varios tipos (sociales, culturales o raciales) suelen formarse uniendo estas tres dimensiones y generan adjetivos calificativos cargados de contenidos comúnmente generadores de discriminación y de prejuicios.

Por ejemplo, de manera chistosa, se decía hace unos siete años que, en Panamá, las mujeres panameñas le temen a las venezolanas y a las colombianas, porque las primeras les quitan a las empleadas de servicio doméstico y las segundas les quitan a los maridos. En los Estados Unidos, donde es poco común que los nacionales usen de manera correcta los cubiertos, se dice que los venezolanos son unos presumidos porque pretenden usar los cubiertos hasta para comer pizza. Hoy se usa en España el término “sudaca” en forma despectiva para referirse a los suramericanos, cuando en sus inicios (años 70-80) se usaba en forma positiva para reconocer el movimiento cultural suramericano que se integraba a la sociedad madrileña. Vemos con estos ejemplos jocosos, que estos conceptos se basan en irrealidades, en falsos supuestos. Sin embargo, están cargados de contenidos sociales, culturales y raciales que se expresan en forma discriminatoria y prejuiciosa.

En esta nueva realidad migratoria que vive la nación venezolana, se hace necesario concientizar la existencia de estos estereotipos para comprender algunas conductas y actitudes hacia quienes llegan a los diferentes países que los acogen y les dan oportunidades para desarrollarse. Tanto los nacionales del país receptor tienen estereotipos de los venezolanos, como los venezolanos tienen estereotipos de los nacionales. Entonces, se hace necesario superar, en ambos grupos, estos modelos errados.

Hemos escuchado a algunos venezolanos justificar la discriminación por estos estereotipos explicando que sí, que es cierto que los venezolanos llegan avasallando con su dinero a los nacionales, comprando propiedades y carros y dándose lujos que los nacionales del país no pueden darse… esa explicación pudo tener algún fundamento en algunos de los primeros migrantes, quienes usando el dólar barato de Cadivi y sus cupos de $8000 por persona, llevaban hasta 30 tarjetas de crédito (estafando al país) en sus inicios. Sin embargo, hoy, los migrantes deben acudir al mercado negro a adquirir una divisa sumamente costosa y viajan con tanto sacrificio financiero, que apenas pueden sostenerse mientras logran emplearse. Asimismo, se tiene el estereotipo de que los argentinos carecen del más mínimo grado de humildad, cuando sabemos que no es cierto, dado que cada persona es particular, o que los ingleses son flemáticos.

Podemos inferir que algunos venezolanos inmigrantes no han tenido el mejor desempeño en el país receptor, el cual generalmente funciona como una sociedad ordenada, donde el estado de derecho (las leyes) son cumplidas en forma voluntaria y natural, donde ya la promesa de castigo por incumplir la ley no es el elemento motivador, sino la costumbre del orden social; elementos estos que aunque se han perdido en Venezuela, los venezolanos en general procuran cumplir para adaptarse fácilmente al estilo de vida y orden social del país receptor. Eso siempre ha sido así, los venezolanos turistas en todos los países, siempre respetan las señales de tránsito, obedecen las indicaciones de las autoridades locales y hasta moderan su tono de voz para no perecer escandalosos.

Suficientemente expuesto el tema de los estereotipos, veamos lo que respecta a la imagen personal o societaria del venezolano inmigrante. Comenzaremos diciendo que la imagen es algo que ven otros de nosotros, la conforma la imagen visual reflejada, la cultura demostrada y la identidad. Debemos decir que la imagen controlada (la que queremos tener y podemos administrar) es la mejor herramienta para romper los estereotipos que nos colocan en una condición discriminatoria y prejuiciada.

En cuanto a la imagen visual, es un paradigma mundial que una persona bien vestida (según la ocasión), que huele bien, camina con prestancia y segura de sí misma, es comúnmente aceptada y tratada con respeto por todos los miembros de la sociedad. Esto no es un estereotipo, es una costumbre humana, histórica. Si a ello agregamos la cultura (nuestra forma particular de hacer las cosas) y tratamos a todos con respeto, cortesía, humildad y empatía, crearemos una atmósfera de buenas relaciones, que abrirán las puertas a entrevistas de trabajo, a la creación de lazos de amistad con los nacionales, quienes se interesarán por conocernos mejor y encontrar la explicación de por qué el estereotipo que manejan no se cumple en nosotros.

Del mismo modo aporta la identidad (quienes somos en forma particular) para la conformación de esa imagen que se hace cada vez más cercana a la realidad de nuestra identidad, afirmándose esta en forma de honestidad, honradez, camaradería, aceptación y empatía; valores universales en todo ser humano y en toda sociedad.

Visto así, notamos que es muy fácil para los venezolanos lograr una buena imagen de inmigrante, porque usualmente estamos acostumbrados a acicalarnos bien, vestir bien, oler bien, en el caso de las damas a maquillarse bien y peinarse, a hacer uso de las normas de cortesía, somos gente que pide la bendición a sus padres, tíos, abuelos etc., como señal de respeto y reconocimiento de la autoridad. Estamos acostumbrados a ser fanáticos respetuosos de los contrarios, tenemos sensibilidad ante el arte, sea este en expresiones musicales desde el folclor hasta la música clásica o académica; somos sensibles a las artes plásticas; y por la deficiencias de nuestros museos nacionales, acostumbramos visitar los museos cuando los tenemos a nuestro alcance. Nos gusta ser desprendidos, compartir, no aceptamos que una dama pague la cuenta, ni aún en forma parcial; “si yo invito, yo pago”.

El toque personal que cada uno le ponga a esta imagen, por su personalidad, debe ir acompañado de la inteligencia emocional, es decir de expresar nuestras emociones en forma inteligente e intencionada.

Tenemos en nuestras manos, en nuestra conducta, en nuestra forma de relacionarnos con los nacionales del país receptor y en el uso de la excelencia en el desempeño laboral, las herramientas para erradicar los prejuicios y las discriminaciones con las cuales nos podemos encontrar en nuestro proceso migratorio.

Vamos pues, a vestirnos siempre bien, elegantes, a caminar erguidos con la seguridad de que podemos lograr el éxito, a demostrar respeto por las personas, costumbres y leyes locales y a compartir nuestro acervo cultural, a ser gregarios con los connacionales y con los propios del país receptor. Seamos inmigrantes aportantes, de ideas, de mejoras, de crecimiento y desarrollo. Demostremos lo que siempre hemos sido y querido ser; porque somos lo que somos por lo que hacemos y hacemos lo que hacemos por lo que somos.

Que tengas paz, que seas feliz y que todo se te haga fácil.

Por: Tomás Castellano // @ViejoCaste en Twitter

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