«¿Por qué en algunas ciudades no quieren turistas?»; por @ElizabethReyesL

Muchas veces hemos escuchado hablar de las ventajas que aporta a una comunidad el desarrollo turístico. El turismo genera ingresos económicos para las más variadas labores de la sociedad, genera puestos de trabajo, fomenta el interés por la cultura, mejora la infraestructura y hasta elimina los perjuicios que se puedan tener sobre el lugar.

En definitiva, el desarrollo turístico en una localidad, además del progreso y crecimiento económico, aporta calidad de vida a los habitantes de la zona. Ante tantas cosas positivas no podemos dejar de preguntarnos ¿por qué hay comunidades que a pesar de tenerlo todo para desarrollar el turismo, se niegan a la llegada masiva de turistas?

Por esa razón no deja de sorprendernos cada vez que vemos alguna noticia como la publicada a finales de 2016, cuando vecinos de algunos de los barrios más turísticos de la ciudad de Barcelona, salieron a la calle a protestar en contra del turismo masivo. “Barcelona no está en venta”, es el eslogan que utilizaron quienes no quieren ver más turistas en su ciudad.

Los manifestantes se quejan de que, debido a la masificación del turismo en su ciudad, el costo de la vida se ha elevado de tal manera que se ha hecho insostenible, y que los precios para la compra o alquiler de vivienda a alcanzado niveles muy altos.

Asimismo, aseguran que no pueden vivir tranquilos en su ciudad, ni acudir a los lugares donde solían hacerlo, puesto que gran cantidad de extraños perturba la paz y tranquilidad.

Ahora bien, cuando el desarrollo turístico no se planifica tomando en cuenta todos los actores del turismo y se trabaja de espalda a las comunidades, se presentan estas situaciones en las que prácticamente se desata una lucha de poder entre el sector privado (prestadores de servicios turísticos) y la comunidad.

Cuando planificamos y gestionamos el desarrollo turístico en una localidad, debemos tener claro que por muchos atractivos que tenga, ni porque posea la mejor infraestructura turística, si la comunidad no quiere turistas, no hay nada que hacer.

No podemos olvidar que cuando comercializamos un producto turístico, lo que vendemos son emociones y sensaciones, y un turista que no es bien visto y bien recibido en un lugar, nunca podrá tener buenas experiencias y las emociones serán todas negativas.

Lo cierto es que, así como el turismo ofrece muchas ventajas, también tiene desventajas que se deben tomar en cuenta a la hora de planificar. Por ejemplo, la pérdida cultural de las comunidades, puesto que las costumbres propias del lugar se ven afectadas y sufren cambios.

El turismo masivo también ocasiona contaminación ambiental, llegando incluso a afectar lugares y especies. De igual manera afecta la vida de los habitantes del destino, pues en ocasiones se empieza a implementar el turismo sexual, convirtiéndose los jóvenes en un producto más.

Por otra parte, los beneficios económicos, en algunos casos son limitados, puesto que poco dinero del gasto turístico se invierte en beneficios para la comunidad. Esto se debe a que hay una distribución desigual de dichos beneficios, al ser acaparados solo por una pequeña élite.

En definitiva, no podemos impulsar el turismo en una comunidad sin la participación activa de quienes vivan en ella, pues son ellos los primeros llamados a ser los prestadores de servicio turísticos, para que se integren con el turista y reciban parte del beneficio económico.

Por: Elizabeth Reyes León / @ElizabethReyesL en Twitter

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