La histeria colectiva es definida como el fenómeno sociopsicológico que comprende la manifestación de los mismos o similares síntomas histéricos por más de una persona. También es conocida como histeria en masa, histeria de grupo, psicosis colectiva o comportamiento obsesivo colectivo.
Cuando escuchamos el término histeria colectiva inmediatamente pensamos en casos documentados y quizá el más famoso de todos, el de Las Brujas de Salem, ocurrido en 1692 y que dejó como saldo la muerte de veinte inocentes.
Hace uno días ocurrió en San Cristóbal, ciudad venezolana frontera con Colombia un caso que, si lo comparamos con los ocurridos en el mundo a través de la historia, lo podemos calificar como el inicio de una histeria colectiva, que gracias a Dios fue detenida a tiempo.
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Todo comenzó con las declaraciones a los medios de comunicación de la autoridad única de protección animal en el estado, quien denunció que en la frontera se estaba vendiendo carne de perro y de caballo para el consumo humano. También habló de mataderos clandestinos que supuestamente fueron desmantelados, pero nunca dijo dónde ni cuándo realizaron dichas operaciones. No ofreció sustento para la denuncia que estaba haciendo, la cual como era de esperarse se convirtió en la noticia más importante de los diferentes medios de comunicación a nivel regional y nacional. Las redes sociales también hicieron su parte, pues la información se hizo viral.
A los pocos días otra noticia puso en alerta a los medios de comunicación y “enloqueció” a las redes sociales, pues las autoridades policiales del estado afirmaron que habían conseguido un “criadero de perros” los cuales estaban encerrados en jaulas y listos para ser sacrificados y vender la carne.
Las fotos de los canes rodaron por todas las redes sociales con la información de que unos cuarenta perros se encontraban encerrados en un sitio de una de las principales vías de la ciudad, y que un hombre que estaba a cargo había escapado una vez llegaron las autoridades.
“En San Cristóbal encontraron criadero de perros”, “Policía investiga caso de presunta comercialización de carne de perro”, “Matan perros y venden carne como chivo”, fueron solo algunos de los titulares que publicaron los medios digitales sobre el hecho, además de señalar que el “descubrimiento” se hizo gracias a la denuncia de personas de la comunidad.
En algunas de las notas aseguraron que en el lugar también habían encontrado las carnes de los perros y osamentas, las cuales estaban siendo analizadas por las autoridades y que la carne era vendida a los restaurantes cercanos a la zona.
Las reacciones no se hicieron esperar, todo aquel que tuviera más de un perro en su casa era visto como “sospechoso” y los restaurantes que desafortunadamente se encontraban cerca del lugar del “hallazgo” sufrieron las consecuencias. Pero todo era falso.
Al siguiente día salieron los grupos organizados para la protección y rescate de animales a defender al señor propietario del terreno donde se encontraban los canes, “el presunto delincuente que había escapado al notar la presencia de los funcionarios policiales”. Lo cierto es que solo se trataba de un humilde señor, miembro de un grupo proteccionista y que ama tanto a los animales que recoge a los perros abandonados en la calle y se los lleva a su casa para alimentarlos y protegerlos.
En medio del llanto el señor declaró al único medio de comunicación que rectificó la noticia, el maltrato para él y sus perros por parte de los agentes policiales y el hecho de haber sido expuesto al escarnio público al ser acusado de algo de lo que es totalmente inocente.
Todo parece indicar que una vez conocida la noticia de la autoridad de protección animal, la histeria colectiva se apoderó de unos cuantos al punto de asegurar que en ese lugar sacrificaban a los canes. Lamentablemente muchos fueron rápidos en publicar la “noticia”, pero pocos rectificaron al conocer la verdad de los hechos.
Las autoridades actuaron sin verificar la información, los medios publicaron lo que dijeron las autoridades y el mal uso de las redes sociales magnificó y viralizó una noticia que no era tal.
Esto llama a la reflexión de todos, pues por ser presa fácil de la histeria colectiva, se le hizo daño a una persona que solo buscaba hacer el bien. Las autoridades no deben actuar sin verificar antes la denuncia y nosotros no debemos creer en rumores e informaciones no confirmadas.
Debemos estar alerta, pues en estos tiempos en que la principal forma de comunicación e información está en las redes sociales, podemos ser parte de una histeria colectiva.
Por: Elizabeth Reyes León // @elizabethreyesl en Twitter
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