Sabemos que el tema de la migración es recurrente en los últimos tiempos y hasta he leído y oído a personas que hablan de que “está de moda”. Obviamente, creo que no están claras en lo que a eso se refiere. Migrar es una decisión compleja y difícil de tomar y no debe ser asumida a la ligera porque podría tener consecuencias frustrantes.
Antes de adentrarme en el fondo del asunto, quisiera explicarles que soy venezolana, con año y medio viviendo en Panamá y, por mi foto, podrán darse cuenta que soy una persona madura y tal vez se preguntarán por qué, en esta etapa de la vida, decidí abandonar mi país.
La mayoría conoce la situación socio-económica actual de Venezuela y no creo que sea necesario recalcar en ello, pero si es importante que sepan que mi esposo y yo decidimos emigrar para tener una mejor calidad de vida, como lo han hecho la mayoría de los compatriotas que han decidido expatriarse en los últimos años.
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Asimismo, muchos están al corriente de la concurrencia de jóvenes que han resuelto dejar el país para buscar una estabilidad económica y de seguridad que el mismo no brinda y, en el caso nuestro, somos personas de la tercera edad, pero también, por decisión propia, hemos pasado a formar parte de esa estadística.
En los últimos años, Venezuela tiene una alta población migrante que, al igual que muchos países, especialmente latinoamericanos, tienen una amplia tendencia a desplazarse en busca de mejores condiciones de subsistencia.
Hay que planificarse
Cada vez más, conocemos personas que están pensando en emigrar, pero deciden partir sin analizar detenidamente la mejor forma de hacerlo. Sabemos que, en muchos casos, la desesperación los impulsa, pero hay que tener serenidad y pensar en frío, antes de tomar una determinación de esa naturaleza.
Pienso que la idea no es irse a pasar trabajo en otro país. Sé que muchos lo hacen y dicen: “para estar mal en mi país, voy a aventurarme en otro” y creo que esa no debe ser la forma de pensar, porque no es lo mismo estar en tu país que ser extranjero en otro.
Si lo que buscamos es mejorar nuestra calidad de vida, esa no puede ser nuestra expectativa, porque nos llevará al fracaso.
Lo primero que debemos hacer es, sin lugar a dudas, tener una actitud positiva, pero es fundamental tener una idea clara y precisa de cuáles son las oportunidades que nos ofrecen los países con miras a emigrar y, si ya decidimos por cual, entonces, saber qué haremos allí para alcanzar un futuro sólido.
Una vez estudiado este aspecto, algo sumamente importante es saber con qué recursos cuento para mantenerme, al menos, por seis meses, mientras logro estabilizarme verdaderamente. Y hablo de seis meses, porque es el tiempo de permanencia que la mayoría de los países permiten estar como turistas.
Mudarnos a otro país implica no sólo tener un pasaje a ese destino y cumplir con los requisitos legales de entrada que exige cada uno, sino tener los suficientes recursos económicos para alquilar residencia, alimentarnos y poder trasladarnos de un sitio a otro a hacer gestiones; por mencionar sólo tres aspectos básicos inmediatos.
Eso significa que, si crees que tener solo el boleto te garantiza tu permanencia en el país de destino, estás errado. Eso es sólo el comienzo de tu éxodo.
Algunos me dirán aguafiestas o que soy negativa, pero tristemente he conocido casos de personas que no consiguieron trabajo formal rápido o que la ocupación que tenían no les alcanzaba para mantenerse dignamente y tuvieron que regresar a su país “con las tablas en la cabeza”.
Cuando piensas cambiar de país, lo haces para tener tranquilidad y tener poco dinero en el bolsillo o no tener capacidad económica suficiente para tus gastos mínimos, podría hacerte tomar decisiones equivocadas y creo que eso no es lo que se busca.
Así que, aunque no lo creas, ésta debe ser una prioridad, tener recursos económicos para mantenerte por algún tiempo.
¿Cómo saber si ese país es el que te conviene?
Sobre esto, seguro habrá en la web, muchos artículos escritos por inmigrantes en el país que estás evaluando como primera opción que, también, podrían darte luces, pero según mi punto de vista, hay algunas recomendaciones generales que podrías tomar en cuenta:
1. ¿Cómo son la cultura, costumbres e idioma de ese país, para saber si te sería fácil adaptarte a él? Por ejemplo, si eres una persona muy sociable y en ese país los locales son personas distantes, poco comunicativos o que manejan un idioma complicado de aprender, es probable que te cueste hacer amistades.
2. Los índices de calidad de vida, para saber si vale la pena hacer el sacrificio de emigrar.
3. Los diferentes aspectos socio-económicos, por los cuales te convendría irte a ese país (sueldo mínimo, en qué se basa su economía, oportunidades de negocio, etc.).
4. ¿Qué tan accesible es el trámite para legalizar el status migratorio? Documentos, costos, requisitos legales, tiempos de espera, etc.
5. Costos y procedimientos para acceder a buenos sistemas de salud.
6. Fácil acceso a insumos básicos y educación.
7. El clima. Si es un país muy frío y tu odias temperaturas gélidas, o, por el contrario, muy caliente y no soportas altas temperaturas.
8. Facilidad para rentar vivienda (o comprar, en caso de que estés considerando la opción). Costos, condiciones, etc.
9. Posibilidades de ubicarte en tu profesión o en algún trabajo. Revisar los índices de desempleo es muy importante y conocer si tu título te permite ejercer.
10. ¿Qué tan bien está la hospitalidad a los inmigrantes en ese país? Me refiero a que hay algunos sitios en los que hay mayor rechazo hacia los extranjeros que en otros.
En fin, son muchas las variables que hay que considerar antes de dar el salto a otros mundos, para no llevarse sorpresas ingratas. Quizás muchos dirán “me voy y listo, allá resuelvo”, o “veo como me va, estoy allá un tiempo y, si no me va bien, me voy a otro lado”, pero no debería ser la forma de pensar, ya que no se crea arraigo en ningún lugar.
El proceso de adaptación
Muchos me preguntan si nos hemos adaptado a este país y la respuesta es sí. Obviamente, al principio es difícil, sobre todo después de haber pasado más de la mitad de tu vida en tu patria, pero si entiendes que estás en otro país y que éste tiene una cultura diferente, llevas las de ganar.
Algo sumamente importante es ser humilde, tolerante y respetuoso con las personas y con las leyes. Como inmigrante es fundamental no presumir de mayor fortuna o conocimientos, porque eso te cerrará muchas puertas y causará malestar y disgusto entre los que acaban de conocerte.
Y ni se diga del cumplimiento de la legislación y normas de ese país que te está acogiendo. Acatarlas no es opcional, es obligatorio, ya que te evitarás muchos problemas que, incluso, dependiendo de la sanción, pueden llevarte a la deportación.
Como bien lo dijo la escritora Isabel Allende en algún momento: “aprendí pronto que, al emigrar, se pierden las muletas que han servido de sostén hasta entonces. Hay que comenzar desde cero, porque el pasado se borra de un plumazo y a nadie le importa de dónde uno viene o qué ha hecho”.
Por eso, la mejor fórmula para esa adaptación es modificar la forma de pensar que traíamos, familiarizarnos con la cultura y avenirnos a sus costumbres y modo de ser de la gente para, no sólo hacer más llevadera nuestra nueva vida, sino ser felices en esa nueva nación que nos alberga.
En nuestro caso, hemos ido, poco a poco, conociendo la forma de ser de la gente y los procedimientos administrativos en las instituciones o empresas que nos ha tocado visitar y entendemos que, aunque los latinoamericanos tenemos culturas parecidas, no somos iguales y cada uno tiene metodologías diferentes que hay que asimilar.
Pilares básicos para la adaptación
En días pasados leí un artículo que hablaba sobre cuatro aspectos fundamentales en el proceso de adaptación en otro país, los cuales son vivienda, trabajo, salud y relaciones; y estoy de acuerdo.
Un trabajo honrado y con buen salario es una de las motivaciones que impulsan a la mayoría a salir de su zona de confort y aventurarse en otros países, así que, si tienes asegurado este pilar antes de mudarte, es indiscutible que llevarás ventaja sobre muchos.
En caso de que vayas a irte sin una ocupación previamente acordada, es buena idea aplicar en las muchísimas páginas de buscadores de empleo que existen y cargar tu hoja de vida o, en caso dado, estar muy consciente de que, cuando llegues, tendrás que tocar infinidad de puertas para lograrlo.
Asimismo, tener un lugar digno y cómodo donde vivir es una condición de suma importancia. Arrendar o comprar (si puedes) un alojamiento placentero donde te sientas a gusto, es primordial. Conozco de personas que han tenido que mudarse de un sitio a otro reiteradamente, porque no estaban satisfechas del sitio y se desalientan y enferman.
Ya sé que me dirán que, sin un trabajo bueno y estable, es difícil ubicar una buena residencia y, de allí, vuelvo al punto de contar con ahorros suficientes que te permitan hacerlo, mientras continúa la búsqueda de ese empleo.
Hacer amistades ayuda mucho
Cuando llegas a un país nuevo, obviamente no conoces a nadie o tienes pocas posibilidades de alternar con mucha gente. Para nosotros, afortunadamente, no sucedió así porque tenemos bastantes amigos venezolanos que están viviendo aquí, pero, también, hemos ido entablando nuevas relaciones con panameños y compatriotas, que nos han ayudado a sentirnos como en casa.
Sin embargo, vivir en un sitio nuevo, donde ha cambiado totalmente tu forma de vida, tienes pocas amistades y te sientes solo, es más complicado e, inclusive, es fácil caer en estados de tristeza y peor aún, de depresión. Por eso es imprescindible asegurarte mantenerte en condiciones óptimas de salud para lograr un equilibrio físico y emocional adecuado.
Hay que saber enfrentar el reto que implica un cambio radical, sobrepasando esos momentos críticos que nos impiden fortalecernos, crecer como personas y avanzar hacia el bienestar.
Para ello, los especialistas recomiendan comer bien, dormir bien y hacer ejercicio. Yo le agrego a esas tres, socializar lo más que se pueda. Eso nos da optimismo y energía para afrontar el cambio. Los amigos te ayudan a levantarte cuando te sientes triste, lo cual es una magnífica medicina y no hay que pagar mucho por ella; a veces, solo con el costo de un café es suficiente.
Aspectos positivos de emigrar
Por supuesto, hay muchas cosas positivas en ese trance que implica ser inmigrante y es el hecho de conocer nuevas culturas y lugares diferentes, hacer nuevos amigos, cambiar de trabajo o de profesión y tener la posibilidad de crecer económica e intelectualmente.
Pensar positivamente implica, además, analizar de forma objetiva el escenario que se nos presenta y encontrar las ventajas y/o aprendizajes de la situación que nos toca vivir.
Así que, una buena vía para adaptarte a esa vida diferente, es nutrirse de la nueva cultura que posee el país que escogiste, valorar lo positivo y aprender de los errores; pero, sobre todo, tener ánimo, confianza e ilusiones por todo lo novedoso que está por llegar.
“Uno cree que va a hacer un viaje, pero enseguida es el viaje el que lo hace a él” -Nicolás de Bouvier.
Por: Reina Taylhardat
Comunicadora Social / M Cs. Ciencias de la Comunicación
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