Así fue mi primer día en Madrid (una experiencia totalmente insólita)

Llegué a Madrid en un vuelo de Conviasa «one way» el pasado 16 de mayo. Ya había venido antes, pero nunca a vivir. Es más, las veces anteriores habían sido divertidas, geniales, ¿total?, con Cadivi cualquiera viajaba a cualquier sitio y siempre tenía dinero a manos llenas para hospedarse, beber, comer y rumbear lo que le diera la gana… Seamos sinceros: 5.000 dólares rinden muchísimo.

Es la primera vez que vengo con mi pasaporte italiano, que logré sacar «de vainita» porque los papeles del nonno no aparecían, pero de casualidad mi tía los consiguió revisando una caja con sus cosas… ¡suerte que tuve!

Me traje 500 euros que tenía guardados desde la última vez que viajé con Cadivi, eran «mi secreto», mi tabla de salvación y, al tomar la decisión de emigrar, agradecí a Dios por haberme detenido todas las veces que quise venderlos cuando estaba corto de dinero.

Llegué a Madrid y como sabía que no tenía mucho dinero había reservado con antelación una habitación compartida por Airbnb que me costaba 13 euros al día.

Como era yo solo con las maletas tuve que gastar mis primeros €30 en el taxi. No había otra forma, vaya que me dolieron. Dejé las maletas en el sitio, menos mal que me aceptaron llegar a las 9 de la mañana y me fui inmediatamente a comprar un chip para el celular y así comenzar a llamar a todas las habitaciones que había visto ya por internet… 15 euros más… ¡Oh Dios!… ¡que rápido se va el dinero!

Tenía que moverme a toda velocidad y tenía hambre, compré un pan dulce en una tienda que me encontré en el camino. Me costó 0,50 euros. «Con eso aguanto», me dije.

Me senté en un banquito en la calle. Con el móvil busqué y llamé a una habitación tras otra. En algunas me pedían contrato de trabajo, en otras dos meses de fianza o un mes por adelantado y uno de fianza. Al final, luego de más de 20 llamadas, apareció una, sólo pagaba el mes por adelantado, 200 euros mensuales con gastos incluidos. Esa era. Tomé el bus y fueron 1,50 euros más… «Coño, esto sí es caro todo», pensaba en ese momento.

Llegué, era un edificio viejo, la habitación minúscula, no estaba sucia, pero todo olía a viejo, la que alquilaba era una señora dominicana que vivía ahí con el esposo y querían un chico para compartir el piso… acepté, no tenía margen de maniobra, eran 13 euros al día en la habitación de Airbnb que aún no había pagado, así que podía ahorrármelos, sólo tenía que ver como sacaba mi equipaje de ahí, no me sentía bien haciendo eso, pero la necesidad tiene cara de perro, cualquier euro ahorrado es ganancia.

Le pagué los 200 euros a la señora, me dio la llave, sin contrato ni nada, no me importaba, 1,50 euros más para el regreso, subí al otro piso, estaba el chico, me dijo que tenía que pagarle para poder entrar, en ese lapso de microsegundos tuve una revelación, decidí que no debía seguir actuando según la “viveza criolla” venezolana, tragué grueso, me encomendé a Dios y le fui honesto, le expliqué la situación y… me dijo que no había problema, le agradecí mucho por guardarme el equipaje y me fui a mi habitación recién alquilada con la conciencia limpia y pensando que quizás aquí cuando haces las cosas de la forma correcta, salen bien.

Gasté 17 euros desde Tetuán hasta Aluche en un taxi con las dos maletas. ¿Cuántos van ya? El hambre pega, subí el equipaje y le pregunté a la señora dónde podía comer. Me dijo que abajo del edificio hay un restaurant que tienen menús a 5 euros… ¡Vaya comilona que me eché! Entrada, plato principal, postre y refresco por 5 euros… estaba como nuevo.

Subí a descansar, y dormí hasta la noche… Luego salí a buscar empleo y lo conseguí casi de inmediato… pero eso se los contaré en el siguiente post que pueden leerlo en este enlace.

Enviado al correo [email protected] por Giovanni De Luca